Si en el post anterior señalé a
Europa como principal obstáculo para la independencia de Catalunya,
también debí deshinchar uno de esos globos sonda que andan enturbiando
el ambiente.
Por supuesto que no será fácil lograr
un cambio en la sacrosanta Constitución Española, pero no es el
principal escollo al que se enfrentan los independentistas. Con otro
dibujo parlamentario, se puede cambiar, aunque por fases. Y la primera debe
de ser el federalismo, que como si de un juego de matrioskas se
tratara, también necesitará un cambio en la Constitución del 78.
Todo esto está muy bien, y si me tengo
que mojar, ojalá España sea un estado federal algún día. No
obstante, a mí me sangran las vestiduras cuando veo a Artur Mas
enarbolar la bandera independentista, cual Marianne de la Revolución
Francesa.
¿Manía personal? Considero que no,
que tengo motivos contrastables. Veamos:
Artur Mas aplica los recortes
presupuestarios afectando la estabilidad social de Catalunya antes de
que Rajoy empiece a hacer lo mismo con el Estado. Sin negociación,
sin preaviso. Igual que Rajoy.
CiU, durante toda su historia
democrática, ha apoyado las políticas más reaccionarias del PP,
sobre todo, y del PSOE también.
Además, huele a podrido que el
President Mas anticipe elecciones con la excusa de una consulta
independentista en Catalunya. Su principal argumento para
adelantarlas a toda prisa es una manifestación multitudinaria a la
que él mismo no acudió.
Sin embargo, se apuntó el tanto del
millón y medio de manifestantes a las pocas horas de celebrarse el
hito por las calles de Barcelona.
Su partido, por cierto, jamás ha dado
un paso en pos de la autodeterminación cuando ha estado en el poder.
Y en los tiempos del tripartito, torpedeó a ERC en cuanto nombraron
la bicha. ¿Causas?
-Hablar de la independencia daba votos
a ERC, no a CiU.
-CiU, sobre todo Unió, no quiere la
independencia.
En cuanto a Artur Mas, lo lamento pero
no da el perfil de político independentista. De hecho, hasta los 20
años, con Franco ya muerto, no se acuerda de su amor por Catalunya.
Empieza su carrera política trepando desde lo público y se coloca
como sucesor de Jordi Pujol como ocurre en el PP: a dedo.
Su familia, de hecho, es tan
catalanista que hasta hace poco tenía cuentas secretas en Suiza y
Liechenstein. Millonadas que no tributaban en Catalunya. Sin embargo,
el delito prescribió. A mí personalmente me gusta cómo ha blindado
el pasado de su familia durante el Franquismo. No se sabe apenas
nada. De Artur Mas sí que se sabe que hablaba en castellano con su
mujer y que ésta se ha hecho el carné convergent hace bien poco.
Lo anterior, lo reconozco, linda con la
rumorología y resta seriedad al conjunto, pero considero que es
importante trazar las coordenadas del que se autoproclama héroe
catalanista de la noche a la mañana.
Aquí el tema principal es que el
político que más ha dañado la Sanidad, Educación, Transportes y,
en general, casi todo lo público en Catalunya va a salirse de
rositas con su huida hacia delante que más bien parece una
mascarada.
Es una jugada maestra. Desde hace dos
semanas hasta el 25 de noviembre, las voces que clamaban en contra de
los recortes brutales de Mas se van a ver silenciadas por la
esperanza de una independencia que no es posible. Ahora no puede ser.
Y Mas es el primero que lo sabe. La jugada es maestra porque el
President no puede perder. Si por algún casual consiguiera un solo
paso hacia la independencia, entraría en la Historia con letras
doradas junto a Macià y Companys. ¿Y qué ocurre si fracasa? La
culpa será de España, de Rajoy, de Rouco, del PSOE.
Ahora bien: yo creo que el pueblo
catalán no es tonto. Rectifico: puede ser sospechoso de todo, menos
de carecer de inteligencia. En sus manos está facilitar la jugada
maestra de Mas o descubrir esta auténtica mascarada.
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