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El gran parque temático del terror y la mentira

No teníamos bastante con el mayor casino de Europa que vendrá a Madrid cuando la Generalitat de Catalunya se saca de la manga seis parques temáticos, sí seis, a 100 km de Barcelona, de la mano de varios de los grandes especuladores del boom inmobiliario y sin una triste maqueta que llevarse a la boca.

Eurovegas da asco. Barcelona World, miedo. Sus cómplices: PP, CIU, La Caixa, los caraduras expertos en pelotazos se merecen unos años en la atracción que muy gustosamente diseñaría para ellos: la vuelta al mundo en galeras.



Como terror inspira la medida del Gobierno de obligar a los parados a limpiar los montes de los rescoldos de los incendios. Y por poco más de 600 euros brutos. Además, es mentira. Otra ley que acapara titulares y que no se llevará a cabo. Nadie en su sano juicio enviará a la fuerza a ningún parado a un monte calcinado.

Cuando mi abuela quería que me comiese la merienda, me asustaba con hombres del saco que se llevaban a los niños desobedientes. Funcionó un par de veces. A la que descubrí que mi abuela no sabía explicarme dónde había nacido ese hombre del saco ni por qué se dedicaba a un oficio tan desagradable intuí que era mentira.

Es mentira también que los parques temáticos funcionen: ni uno solo de los últimos proyectados en España han cubierto las expectativas. Algunos como Terra Mítica o Isla Mágica son una ruina. Los demás se sostienen por la ayuda de grandes emporios económicos y subvenciones públicos, pero ni de lejos son rentables.

Así, entre cuentos de la lechera e historias de terror va pasando el tiempo. Y da la sensación de que el Universo entero se ha detenido. Hay gente que se lo cree y que empieza a perder el gusto por vivir. Eso sí que es imperdonable.

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