Desde el respeto a todo el mundo.
Me gusta la idea de poder votar si queremos rey o no. Estoy a favor del dret a decidir en Catalunya, claro. No me parece de recibo que echen a patadas a los okupas de un centro cultural. Ni me agrada que en un barrio de Burgos hagan parkings para que ganen dinero unos cuantos en contra de los vecinos.
Sin embargo, no voy a ir esta tarde a ninguna plaza a hacer piña a favor del referéndum sobre monarquía o república, a pesar de que me considero republicano por fuerza, o sea, por sentido común.
¿Y por qué tomo esta decisión?
Quizá sirvan como respuesta un par de sensaciones: cuando marché a favor de una mejor educación y sanidad éramos cuatro gatos (y no salí a la calle una ni dos veces, ni la ciudad era pequeña). El día de la última huelga general tampoco éramos tantos como en otras convocatorias y en Barcelona, por citar un ejemplo que viví de cerca, la manifestación se abortó después de que cuatro encapuchados tiraran sus botes de refresco a cinco mossos d'esquadra que custodiaban la única puerta abierta de El Corte Inglés. Allí no se quejó nadie. Paramos de andar antes de ponernos en marcha.
Han pasado ya unos años desde que explotó la famosísima crisis financiera y ha habido una mejoría de la concienciación social con las protestas por y desde Internet, el 15M, la primavera árabe, etc.
A mi juicio, pese a los avances, los grandes temas que afectan a Europa y a España en particular siguen pendientes y no se debaten lo suficiente. Están arrinconados, como pasados de moda.
Las luchas que considero vitales no se han llevado a cabo. No parecen suscitar más que comentarios bienintencionados, chistes o quejas sin ningún valor práctico.
Los temas que me preocupan mucho: EMPLEO Y SUELDOS DIGNOS, DERECHO A UNA VIVIENDA DIGNA, POLÍTICAS SOCIALES SOLIDARIAS, SANIDAD PÚBLICA CON GARANTÍAS, EDUCACIÓN DE CALIDAD y GRATUITA, JUSTICIA LIMPIA Y APOLÍTICA Y UNA DEMOCRACIA TRANSPARENTE.
Lo anterior, éste es mi parecer, debería ir por delante de otras cuestiones. Creo, sinceramente, que sí merece la pena movilizarse por asuntos que afectan a nuestra vida que, de momento, sólo es una y, en muchos casos, se está pudriendo irremisiblemente sin que haya una explicación lógica más allá de una inhumana política neoliberal. Si no entiendes la frase anterior es por dos motivos: 1) La sintaxis está mal definida y 2) Vives de puta madre y no te has puesto en el lugar de una familia que ni siquiera puede pagar el alquiler.
Por eso no voy a ir hoy a gritar a favor de la tercera república ni dentro de dos semanas cuando se nos movilice para otro asunto de moda. Con respeto, pero llamando a las cosas por su nombre. Vivimos a ritmo de trending topic. Ya sé que la república en España es una reivindicación antigua y con raigambre, pero se está tratando como una moda más. De igual forma, lo importante, para mí, antes que las ideas es vivir, sí, pero vivir con dignidad y esto sigue sin solucionarse. Al contrario, se agrava cada día. Mientras, se lucha en otra dirección. Bien luchado, pero los árboles impiden ver el bosque.
Me gusta la idea de poder votar si queremos rey o no. Estoy a favor del dret a decidir en Catalunya, claro. No me parece de recibo que echen a patadas a los okupas de un centro cultural. Ni me agrada que en un barrio de Burgos hagan parkings para que ganen dinero unos cuantos en contra de los vecinos.
Sin embargo, no voy a ir esta tarde a ninguna plaza a hacer piña a favor del referéndum sobre monarquía o república, a pesar de que me considero republicano por fuerza, o sea, por sentido común.
¿Y por qué tomo esta decisión?
Quizá sirvan como respuesta un par de sensaciones: cuando marché a favor de una mejor educación y sanidad éramos cuatro gatos (y no salí a la calle una ni dos veces, ni la ciudad era pequeña). El día de la última huelga general tampoco éramos tantos como en otras convocatorias y en Barcelona, por citar un ejemplo que viví de cerca, la manifestación se abortó después de que cuatro encapuchados tiraran sus botes de refresco a cinco mossos d'esquadra que custodiaban la única puerta abierta de El Corte Inglés. Allí no se quejó nadie. Paramos de andar antes de ponernos en marcha.
Han pasado ya unos años desde que explotó la famosísima crisis financiera y ha habido una mejoría de la concienciación social con las protestas por y desde Internet, el 15M, la primavera árabe, etc.
A mi juicio, pese a los avances, los grandes temas que afectan a Europa y a España en particular siguen pendientes y no se debaten lo suficiente. Están arrinconados, como pasados de moda.
Las luchas que considero vitales no se han llevado a cabo. No parecen suscitar más que comentarios bienintencionados, chistes o quejas sin ningún valor práctico.
Los temas que me preocupan mucho: EMPLEO Y SUELDOS DIGNOS, DERECHO A UNA VIVIENDA DIGNA, POLÍTICAS SOCIALES SOLIDARIAS, SANIDAD PÚBLICA CON GARANTÍAS, EDUCACIÓN DE CALIDAD y GRATUITA, JUSTICIA LIMPIA Y APOLÍTICA Y UNA DEMOCRACIA TRANSPARENTE.
Lo anterior, éste es mi parecer, debería ir por delante de otras cuestiones. Creo, sinceramente, que sí merece la pena movilizarse por asuntos que afectan a nuestra vida que, de momento, sólo es una y, en muchos casos, se está pudriendo irremisiblemente sin que haya una explicación lógica más allá de una inhumana política neoliberal. Si no entiendes la frase anterior es por dos motivos: 1) La sintaxis está mal definida y 2) Vives de puta madre y no te has puesto en el lugar de una familia que ni siquiera puede pagar el alquiler.
Por eso no voy a ir hoy a gritar a favor de la tercera república ni dentro de dos semanas cuando se nos movilice para otro asunto de moda. Con respeto, pero llamando a las cosas por su nombre. Vivimos a ritmo de trending topic. Ya sé que la república en España es una reivindicación antigua y con raigambre, pero se está tratando como una moda más. De igual forma, lo importante, para mí, antes que las ideas es vivir, sí, pero vivir con dignidad y esto sigue sin solucionarse. Al contrario, se agrava cada día. Mientras, se lucha en otra dirección. Bien luchado, pero los árboles impiden ver el bosque.
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