Ir al contenido principal

¿Tendría que avergonzarme?

Las versiones varían según las fuentes. A mi padre le escuchaba de pequeño que había empezado a trabajar a los siete años. Hace poco mi abuelo dijo, como quien no quiere la cosa, que su hijo trabajaba en la obra desde los once años.

Es posible que ninguno de los dos mientan y que mi padre empezara a realizar labores del campo. Aunque los dos tienen problemas a la hora de aclararse con la cronología. Mi abuelo, por su avanzada edad. Mi padre, porque en realidad siempre le ha importado muy poco su biografía.



A mí el agravio comparativo me mosqueó durante gran parte de la adolescencia, aunque no me sentí traumatizado. De todas maneras, a la hora de estudiar en la universidad tuve que enfrentarme a un dilema que en realidad yo mismo me había planteado, pero todavía hoy considero que mis padres jamás afrontaron cierto conflicto de intereses.

Por un lado, de mí se esperaba que estudiase en la universidad, pero también se esperaba que pudiera contribuir a la cuadrilla de albañiles de mi padre, de manera que me convirtiera en una especie de gestor, al menos administrativo y, en el mejor de los casos, aparejador o arquitecto. Sin embargo, se me ocurrió estudiar una carrera de letras.

Y no sé si mis padres, sobre todo él, vieron con buenos ojos que me dedicara a estudiar algo que no aportaría nada al negocio familiar y, para colmo, acabaría con mis huesos en el INEM.

A toro pasado, trato de entender la mentalidad de mi padre. Él, como mi abuelo, pasó hambre y estaba programado para trabajar, porque lo contrario era acabar metido en líos, sin dinero, sin futuro y con pocas posibilidades de casarse con una buena mujer.

A mí no me programaron más que para pensar que todo iría bien siempre, que la vida era seguir el camino que otros habían trazado para la juventud del futuro, que ellos pagarían con gusto y que a la vuelta de la esquina, me gustara o no, encontraría un trabajo de oficina bien pagado. No me rompería el lomo como mi padre y mi abuelo. Mi madre podría presumir de mis estudios en el barrio. Todo eran ventajas.

A mi edad, mi padre ya tenía piso propio, dos hijos, trabajo estable y, para colmo, era feliz con lo que hacía. También trabajaba seis días a la semana, diez o doce horas al día.

Son cosas que me dan que pensar.

Comentarios

Entradas populares de este blog

GTA V no es un juego para niños

He sido monaguillo antes que fraile. Es decir, he pasado por una redacción de una revista de videojuegos y desde hace más de cinco años me dedico a la docencia. De hecho, cuando nuestro Gobierno y la molt honorable Generalitat quieran, regresaré a los institutos y me dedicaré, primero, a educar a los alumnos y, en segundo lugar, a enseñarles inglés. Por este orden. Calculo que más de la mitad de mis alumnos de ESO (de 12 a 16 años) juegan a videojuegos con consolas de última generación, esto es, PlayStation 3 y Xbox 360 (dentro de unos meses, esta información quedará obsoleta: hay dos nuevas consolas a la vista). Deduzco, a su vez, que de este alto porcentaje de estudiantes, la mayoría, y no sólo los niños, querrá hacerse con el último título de la saga GTA: la tan esperada quinta parte.

Redescubriendo temas musicales: Jesus to a child

Las canciones que más adentro nos logran tocar son, en ocasiones, las más sencillas. La letra de Jesus to a child descolocará a los que asuman, por desconocimiento, que la belleza de la expresión escrita requiere complejidad. La sintaxis es clara, el vocabulario, sencillo, y la composición en su conjunto constituye una metáfora: el amante sufre la pérdida del ser querido, pero a pesar de la tristeza es capaz de comparar el hallazgo del amor verdadero con la limpieza de corazón con la que Jesucristo amaba a los niños, que son, por antonomasia, los seres humanos más puros que existen. Por este motivo, mucha gente interpreta la letra como una exaltación de los sentimientos nobles y, en realidad, la letra se puede explicar en clave de amistad idealizada o de amor perfecto en cuanto en tanto no deja lugar a la contaminación de otros sentimientos que no tengan que ver con la piedad y el desprendimiento.

Empleados más puteados del mes (Cash Converters)

Es una franquicia que no ha dejado de crecer con la crisis. Sin embargo, y a pesar de abrir nuevos locales, todo apunta a que les va fatal. Lo primero que percibes es que los empleados no cobran incentivos por vender más, o si los reciben, son de pena. Haz la prueba. Intenta entrar cuando quedan diez minutos para el cierre. De repente, todos desaparecen hasta que a menos ocho minutos una voz cavernosa te invita a marcharte. Inmediatamente, la persiana cae como si fuera confeti. Luego está el mal rollo entre ellos. El otro día un señor me atiende en la zona en la que te compran los productos, bastante sórdida siempre, y llegan dos compañeros con un avioncito teledirigido. Poco más y se los come. Delante de mí y sin reparos, les echó una bronca de mil demonios.