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Responsabilidad para autoayudarse en el día a día

Sin restarle méritos, Freud ya ha caducado.
Nos guste o no en algún momento habrá que aceptarlo: somos plenamente responsables de nuestros actos.

Qué mal nos quieren los dañinos seres queridos que buscan el camino fácil: señalar al resto de la humanidad como culpables.

Seguro que de pequeños nos hacían mil perrerías para que andáramos pronto y bien (por miedo a que saliéramos torpes o algo peor y, así, ellos mismos quedaran desacreditados como antorcheros del ADN bueno). Por eso, cuando nos caíamos le pegaban golpes simulados a la baldosa repitiendo con voz estúpida: "mala, mala, mala". Y los bebés lo repetíamos, claro.

Creo que en el ejemplo anterior empiezan muchos dramas de cientos de miles de adultos.

Hay terapeutas que se quedaron atrapados en Freud y sus seguidores y les va muy bien, porque todos tenemos un pasado. Como es lógico, en el pasado se acumulan más hechos que en el presente y seguramente más miedos que en el futuro, que es todo un terror, por incierto y desconocido.

Por eso, hay quien acude mil veces a terapia (unos 50.000 euros a 50 euros la sesión) y nunca consigue ser plenamente feliz, porque siempre hay recuerdos malos que destapar y por entre esas historias hay personajes malvados como para escribir la segunda parte de Las mil y una noches.

Y mucho ojo, porque un recuerdo malo es sólo una interpretación de varias reinterpretaciones de una interpretación original de un suceso que pudo ser dañino objetivamente... o no. Quizá quien lo hizo dañino fue la persona que nos paga la psicoterapia, nuestro propio progenitor, que se encargó de darle una importancia que ese suceso no tenía.

Los complejos nacen de la inseguridad y ésta de una personalidad poco instruida, pero es más fácil buscar culpables en el resto del mundo, que se supone que malformaron una personalidad debidamente formada o que iba por muy buen camino.

La figura del cabeza de turco sale muy rentable y las mentes simplistas, que no simples, lo aceptan de buen grado: los jefes de las empresas y los ex maridos y mujeres se llevan la palma. Pasan los años, incluso décadas, y los terapeutas tienen la cara dura de señalar todavía a un mismo chivo expiatorio para que la ceremonia de la expiación, que por supuesto nunca se consuma, se lleve a cabo. Sé de qué hablo.

Puestos a buscar culpables, sería conveniente que uno buscara entre sus cajones. La solución está siempre en el espejo. Y si nos ha tocado la china genética de tener una mente y un corazón frágiles (una cosa se puede sobrellevar, pero las dos a la vez resulta bastante más complejo) también podemos salir del dormitorio santuario y examinar bien a nuestros vecinos de piso.

Quizá nuestros amados padres, sin dejar de quererlos porque el odio sólo garantiza la putefracción de la persona que odia, sean el objetivo freudiano número uno. Algunos están como una cabra y, pese a su buena voluntad, educan siempre en la dirección contraria. Aunque los amemos mucho a veces está bien poner distancia de por medio o implantar las reglas de nuestra propia vida para que las cumplan.

Las parejas que no ayudan son fáciles de detectar: ¿mejor sin ellas? Pues ya está. ¿Alimentan nuestros miedos, fobias, odios, etc.? Pues hala, a tomar por saco.

Lo de un amor para toda la vida es como lo de ser el mejor de la clase. Le pasa a uno de cada cincuenta.

Como los amigos se eligen, al igual que el horario del tiempo libre, sólo hay que confiar en los médicos y tirar para adelante.

Yo no me atrevo con la acupuntura, la hipnosis y otras terapias que son incompatibles con las recetas, en mi caso, para la ansiedad generalizada, pero como eres tú el único responsable de tu vida valora los pros y los contras. Y, por favor, comparte tu experiencia.

Hay muchas alternativas que no te impiden tomar la medicación: todo lo relacionado con el control de la respiración y la meditación: yoga, mindfullness, etc. Pruébalo. Sólo puedes perder la cuota del mes o el precio de la sesión (mucho más barato en todo caso que un maldito psicoterapeuta).

Los libros de autoayuda sirven como refrigerio. Igual que una Coca-Cola. ¿Te hace feliz en el momento en el que lo lees? Pues adelante. Pero no esperes milagros. Normalmente la gente a la que le gustan termina devorándolos casi todos. Y creo que no hay mejor prueba de que no funcionan, aunque las ideas son a veces positivas y sería provechoso que subrayaras las que consideren que te serán útiles para rescatarlas después.

Instruir la mente, hacer deporte y practicar la filantropía ayudan mejor incluso que cualquier componente químico. Amar con sabiduría y buscar con ilusión tu lugar en el mundo te pueden llevar del cero anímico al infinito espiritual. Aunque la vida no ha sido nunca fácil y de retos anda llena. Así que afróntalos con ánimo y determinación. De vez en cuando captarás las señales que te guíen en una u otra dirección y cuando encuentres las recompensas disfruta el momento, felicítate y estira el placer al máximo.

El pasado ya no existe. El futuro es una mezcla de lo que siembras hoy y de muchas variables, casi todas inocuas (es decir, las verás positivas y negativas según tu forma de mirarlas), que no dependen de ti. Así que ser responsable de tus actos no incluye la opción de ser un dios.

De momento me conformo con aplicarme el cuento de lo que yo mismo me aconsejo. El pasado, por más que me ha angustiado en su momento, pierde fuerza con el paso del tiempo. Si queda en el inconsciente, pues que quede. Se trata de generar recuerdos positivos cada segundo que se pueda, pero no rememorarlos demasiado. Se trata, sobre todo, de no reabrir viejas heridas para que algunos se forren a mi costa.

NOTA: Aparte, en la caza de brujas buscando culpables a nuestros problemas normalmente eliminamos del círculo a nuestro entorno actual, incluyéndonos a nosotros mismos como seres teóricamente puros e inocentes. Será terapeútico, pero tiene poca lógica.

NOTA 2: Platón, un filósofo excepcional, ya ha prescrito como intérprete del mundo. Con Freud ocurre lo mismo. Es una figura clave del siglo XIX y XX, pero ya ha caducado.

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