Les llaman enfermedades mentales y, en realidad, lo son también del corazón. Una persona inteligente que acaba postrada en una cama, incapaz de ver el sol que se desliza por el cielo, incapaz de sentir apetito o de demostrar alegría ante la sonrisa de un niño, tiene un problema más allá de lo racional. Le pueden diagnosticar mil tipos de depresión, ansiedad, manía o lo que bien estimen los doctores de cabecera, psicólogos, psiquiatras, curanderos, homeópatas...
Opinión, cine, música, humor y mis artefactos literarios. Sígueme en Twitter: @dconsigomismo