El trabajo que da no trabajar. Qué pronto se olvida cuando uno está quejándose del tajo diario, o bostezando en la parada del autobús, pensando que el día se te va en un abrir y cerrar de ojos.
Vivimos para trabajar. De lo contrario esta situación de paro me habría repuesto de lo mío y sigo con mis nervios, mi ansiedad, mis pitos y mis flautas.
Eso sí, tengo la maleta llena de proyectos más o menos literarios y la ilusión intacta, ya no de publicar un libro o estrenar una obra de teatro, sino de parir un montón de letras bien hechas y mejor conjuntadas.
Mientras tanto, le doy vueltas al insomnio. Un episodio de Battlestar Gallactica y un poquito de Philip Kerr en inglés serán mano de santo. Y si no, ¿para qué hizo Dios las pastillas?
Vivimos para trabajar. De lo contrario esta situación de paro me habría repuesto de lo mío y sigo con mis nervios, mi ansiedad, mis pitos y mis flautas.
Eso sí, tengo la maleta llena de proyectos más o menos literarios y la ilusión intacta, ya no de publicar un libro o estrenar una obra de teatro, sino de parir un montón de letras bien hechas y mejor conjuntadas.
Mientras tanto, le doy vueltas al insomnio. Un episodio de Battlestar Gallactica y un poquito de Philip Kerr en inglés serán mano de santo. Y si no, ¿para qué hizo Dios las pastillas?
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