Cada vez que voy al cine a ciegas me estrello, lo he de
confesar, pero por fortuna lo realmente complicado es entrar virgen a una sala
de cine (para ver la crítica de Mr. Holmes baja hasta la mitad del artículo).
Cuando no conoces la obra anterior del realizador, te suena
el productor y, aunque la participación de los actores no tendría que ser
indicador de nada, sí que lo son sus últimas películas, normalmente escogidas
mediante un agente determinado y, se entiende, siguiendo un criterio.
Otras veces, el cartel de la película, ya de por sí
engañoso, viene adornado con los medallones de no sé cuántos festivales, de los
que en realidad sólo deberías fiarte de dos o tres, ninguno español, por
desgracia.
En fin, las pocas veces que me decanto por una película
totalmente desconocida me suelo llevar un chasco.
Con esto no quiero declarar que soy más torpe que los demás, sino que, de una manera u otra, acudimos a ver una película y no otra dirigidos, orientados o aconsejados. De esta manera, al menos podemos contrastar la experiencia final con nuestras expectativas previas.
En Internet se puede ver el tráiler, casi siempre, y alguna pista da, pero lo que solemos consultar los desconfiados son las puntuaciones de las páginas de referencia. En mi caso, Imdb, y Filmaffinity. Hay quien acude a rottentomatoes o se conforma con las reseñas de su diario de cada día. Incluso habrá quien tenga un crítico de cabecera, o quién confíe en las estrellitas de las revistas más o menos especializadas.
¿Y cuál es mi criterio respecto a las notas? Si busco un film imprescindible le pido un mínimo de 6,5 (siempre un punto más en Imdb). Todo lo que no llega a 5 lo descarto. Desconfío de las generosas notas de los clásicos, porque casi nadie se atreve a valorar a la baja una obra canonizada (me pasó el otro día con una obra de Cocteau, infumable).
Y me suele funcionar.
Ayer, sin embargo, fui a ver Mr. Holmes con bastantes recelos. La puntuación entre el 6 bajo y el 5,9; las críticas de prensa muy simplistas y desganadas (perfecto el protagonista, lo demás chirría), etc. Sin embargo, como había releído varios relatos sobre el detective este verano, me apetecía ver esta película más que todo lo que me ofrecían las dos salas Verdi de Barcelona, por cierto, cada vez más comerciales y, por tanto, menos atrevidas.
Sobre la película (una especie de crítica)
Sí, vi #Mr.Holmes a pesar de los pesares y lo que me encontré fue un trabajo visualmente impecable. Fotografía luminosa, limpia y anticostumbrista: ni moscas ni otros inconvenientes poco apetecibles de vivir en el campo, ni tampoco planos desagradables a la vista pese a que el físico de un señor de 93 años puede dar para mucho patetismo.
La dirección, casi invisible, excepto cuando se ocupaba del Holmes de 93 años. Movimientos de cámara torpes y lentos para seguir a un anciano torpe y lento.
Dramáticamente es una película lograda. Sin el contraste entre el viejo cascarrabias y el niño resabido, que a fin de cuentas no es tan diferente a su mentor, el resultado habría sido más triste, más gris. La oposición ciudad-campo con la soledad siempre en el transfondo también le aporta solidez al conjunto.
La trama me consiguió tener enganchado, no tanto una subtrama oriental, y me despistó lo suficiente para deleitarme con una sorpresa con sabor amargo.
Encuentro algún problema en el casting. Excepto Ian McKellen y el niño, todos los demás actores podrían ser otros y quizá darle más lustre al fin. La criada de Holmes no creo que esté ni convincente ni memorable en ningún aspecto.
La música bien, clasicista, con sonido que remite a la época victoriana, que no es poco.
Claro que me habría gustado ver más personajes en acción. Por supuesto que me habría encantado visitar más partes de Londres que tres o cuatro localizaciones. Entiendo que, salvo por los flashbacks, recuerde a alguna obra de teatro pasada a cine (aunque el material narrativo procede de una novela). Pero es un film contenido que no quiere sobrepasarse, y sólo le encuentro una pega, la caracterización de Holmes cuando según el texto tiene 58 años: demasiado envejecido para tener esa edad y, en consecuencia, muy anciano para llamar la atención de una joven señorita.
Una nimiedad, porque se trata de una película notable.
Seguramente volveré a ver Mr. Holmes en un futuro, a poder ser con algún joven lector de las aventuras de Sherlock Holmes, porque la película habla de la identidad y de la memoria, de la senectud, pero sobre todo de las apariencias, todos ellos temas universales. Tangencialmente también toca otros tópicos como las diferencias sociales por el nivel cultural (algo bien vigente), el drama de los abortos sentidos por muchas madres y no comprendidos por el resto de la sociedad e incluso de la esclavitud en la que vive un niño a expensas de los devaneos de los padres o de las catástrofes familiares (¿hasta qué punto tenemos derecho a encadenar a nuestros hijos a nuestras naves?). Aparte dejo los juegos metaliterarios, que son deliciosos y merecerían un artículo por sí mismos.
Luego hay toques anecdóticos que le aportan sabor como las plantas exóticas del Japón o la apicultura, todo con su función metafórica y su influencia en la historia, sin más engaños que el juego de espejos necesario en toda historia de Holmes.
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