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27S: el gran engaño a los catalanes

La maniobra orquestada por Convergència y Esquerra Republicana para convertir las elecciones autonómicas del 27 de septiembre en otra cosa esconden una falacia atroz. Porque, por más que se empeñen, los catalanes no van a votar por la independencia, ni por una consulta que encaje en la Constitución, van a votar por la composición de su parlamento.

Que varios partidos políticos y asociaciones culturales se alineen con personalidades destacadas de Catalunya no les da derecho a tergiversar la realidad. Si los catalanes acuden a las urnas el 27S# pensando que con su voto decidirán si Catalunya se independiza de España o no, entonces la propaganda de los separatistas habrá cumplido su objetivo: engañar a sus votantes.


A día de hoy denunciar esto, que es una obviedad, me puede colocar en la carpeta de sospechosos de mis amigos separatistas, porque la gran propaganda que parte de ANC y Òmnium Cultural, y de las élites burguesas catalanas, y que ha encontrado en Artur Mas su mejor altavoz, ha conseguido crear un cisma en la sociedad catalana. Un cisma que antes no existía, a pesar de que Catalunya era tan heterogénea antes como ahora.

Por más vueltas que le doy, por más que intento empatizar con una causa que está ilusionando a millones de catalanes, no lo consigo. En parte porque estoy inmunizado ante la propaganda, en parte porque creo que el fin no justifica los medios y, además, considero que no es el momento histórico para crear fronteras ni enarbolar banderas ni mucho menos para ponerse a las órdenes de dirigentes como Artur Mas.

Claro que estoy a favor del derecho a decidir.

Aunque cuando el Sistema (para abreviar, los arriba mencionados) llamaba a la movilización por el derecho a decidir en realidad lo estaba haciendo para pedir la independencia.

En cuanto a la independencia en sí, me parece un paso radical, un salto al vacío, en una carrera que debería ir por etapas para llegar a buen término. El federalismo sería un paso inteligente y, tal vez, la solución.

¿Motivos para independizarse? Al final, llego a la conclusión de que es una mezcla entre razones económicas y un resentimiento romántico. Sí, hemos oído hablar de la balanza fiscal. De los 100 euros que se dan, se recibe apenas 60, o menos. De acuerdo con que esto puede resulta excesivo. Sin embargo, también he leído que Artur Mas se ha visto forzado a realizar los recortes más duros de todo el estado español por culpa, precisamente, de España. Así lo he visto expresado, pero hay muchas verdades a media y motivos que se dan por buenos aunque sé a ciencia cierta que otro economista le daría otra interpretación, incluso la contraria.

Descarto las razones históricas. Creo que puede explicar alguna tradición o corriente, pero no justifican el presente. Aparte, todo el mundo sabe que el nacionalismo crece en el siglo XIX en todo el mundo, no sólo en Catalunya. Sinceramente, y con todos los respetos, lo de 1714 me parece una excusa romántica. Sí que es interesante estudiar el período de la república catalana en plena Guerra Civil, pero no es nada sencillo y, dado que el Sistema no lo está utilizando para sus fines, debe de hablar poco o mal de la independencia.

¿Qué pasa con los españoles? Yo soy de los que creo que deberían ser respetuosos con lo que el pueblo catalán decida. Desde luego, lo siento por los que se sienten agraviados. No es asunto de ellos. Igual que el proceso independentista vasco no era asunto nuestro excepto por el daño que ETA hacía en el resto del país. Este asunto es distinto: aquí no hay terroristas. Sería interesante que muchos lo tuvieran en cuenta.

Entonces, ¿me puedo declarar anti-independentista? No, tampoco. Considero que, dada la estrecha ligazón no sólo cultural, económica, política sino humana de los catalanes con el resto de España, la mejor vía es crear un estado federal. Y si algunas autonomías no darían de sí como federaciones, quizá deberían buscar su alianza con otras, para terminar con el café para todos y las autonomías de primera y de segunda. Al fin y al cabo, no encuentro ningún problema, excepto que ellos no quieran, para que Andalucía y Extremadura, que aportan menos (económicamente) al Estado, se unan para aportar más.

Explico lo de la ligazón humana. A mí se me ponen los pelos de punta cuando desde Catalunya se alude a España como el país vecino. Vamos a ver, con la cantidad de catalanes que tienen abuelos, tíos, incluso padres en el resto de España, ¿cómo se puede hablar así, tan a la ligera, de ruptura?

Países vecinos serán Francia e Italia, pero... ¿poner al mismo nivel a España? En serio, no hay por dónde cogerlo.

Desde Catalunya detecto dos grandes grupos: los convencidos, que recitan los estudios y lluvias de datos de los medios afines y, cuando les rebates las cifras, siempre llegan a la misma conclusión: es que estamos hartos del estado español. Queremos librarnos de ellos. ¿Entonces para qué os esforzáis en aludir a las causas?

Por otro lado, están los que no saben de qué va la historia, porque no están hartos de España, ni siquiera de Madrid, y no ven la necesidad de romper relaciones hasta el punto de segregarse. Además, muchos se preguntan: ¿dónde han publicado un informe serio que explique los benificios de ser independientes con cierta solvencia y objetividad?

Dicho informe no existe. Al menos no conozco a nadie que lo haya encontrado. En parte porque muchos de los puntos de una posible independencia están teñidos por una niebla de incertidumbre.

Esto de conducir a las masas a por un objetivo para el que no has atado todos los cabos me parece un acto irresponsable.

A mí me da igual si Artur Mas rompe con Unió y se carga su partido como una huida hacia adelante. Allá él y los que se lo han permitido. Otra cosa bien distinta es que el partido que gobierna en Catalunya, y que lidera el movimiento separatista desde las instituciones políticas, no haya elaborado un plan de ruta con acuerdos previos, por ejemplo, con la Unión Europea, y con tantas otras instituciones, organismos y países. Sería un trabajo ingente, lento, pero imprescindible.

No estamos hablando de montar un sistema de banderas azules paralelo o de negarse a cumplir los cupos de la actividad agrícola-ganadera, sino de romper con el estado del que forma parte desde la noche de los tiempos.

Me parece que todos los que alientan a los catalanes a ser independientes sin saber a ciencia cierta qué futuro les depara son, más que intrépidos, suicidas. ¿O acaso ellos saben ya el desenlace de esta historia? Sin duda, acabe como acabe, ellos tendrán su futuro bien asegurado.

Ahora bien, querer hacer creer a los catalanes que el 27 de septiembre no van a votar qué Govern tendrá que remontar los recortes de Mas, o continuar arruinando Catalunya; decirles que van a elegir si se segregan o no, independientemente del paro, la delincuencia, el modelo de país, etc., eso es una mentira descarada.

¿Y qué pasará si dentro de unos años Catalunya se independiza gracias al tesón de muchos y a pesar de la reticencia de los que pensamos que una república federal es el mejor camino para Catalunya y España?

Nada. De hecho, los catalanes pueden discutir o no sobre sus ideas políticas, pero salen, trabajan y conviven con toda normalidad ahora. Y lo harán después.

Lo que sí que ocurrirá es que dentro de unos 30 años miraremos atrás cuando los poderes de la hipotética república se corrompan y algunos me darán la razón: tanto esfuerzo para llegar al mismo punto. Claro, porque el dinero y el poder siguen estando en las mismas manos. En las élites sociales y económicas no existe una Catalunya sin España. Esta utopía sólo se vende en la calle, a la gente de a pie. Los que tienen la sartén por el mango, si es que se manifiestan por la independencia, se estarán riendo en la cara del pueblo.

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