En los medios de comunicación se han cuidado muy mucho de mostrárnoslo en su descapotable de lujo. Una y otra vez nos pasan imágenes del suelo sin asfaltar de su pueblo natal. No hay nadie que no sepa que su padre siguió sirviendo gasolina a los vehículos incluso cuando su hijo se hizo mundialmente famoso.
Es Pedro, futbolista internacional del Barça y, mal que les pese a muchos, millonario y afortunado en la vida.
Los aficionados al fútbol, a falta de tragedias griegas, están viviendo minuto a minuto el drama personal de un hombre que llegó al estrellato desde la nada y este año tendrá que abandonar el club de sus amores... o militar en un equipo poderosísimo del continente europeo, dicen que el Manchester United.
El aficionado de buen corazón sufre más que el principal afectado, porque no tiene partidos importantes que le entretengan y porque le faltan datos, o mejor dicho, le sobran noticias engañosas.
Para eso está la prensa deportiva, para proporcionarle los ingredientes del drama: que si el club le da la espalda, que si el entrenador da preferencia a Rafinha, mimado de Lucho, que su hace mucho frío en Inglaterra, que si Louis Van Gaal, su futurible entrenador, está loco como un cencerro, etc.
Sufren sin saber que el drama personal de Pedro es tan legítimo como pequeño en comparación con las tesituras del común de los mortales.
Lo curioso es que se magnifican las bendiciones y la solidaridad por unos pocos elegidos, al igual que se cultivan los odios por otros futbolistas, presentados como mercenarios peseteros sin escrúpulos que no sudan la camiseta, siempre cerca de la traición a los suyos.
El mundo del fútbol tiene un punto mentiroso y perverso que deja en evidencia cuán desprotegidos estamos los miembros de la plebe cuando nos ponen de merienda una historia con los ingredientes dramáticos básicos.
En cuanto a Pedro Rodríguez... ¿Se iría del Barça si hubiera nacido en Granollers o Gavà?
Y próximamente... Por qué un equipo como el Barça alinea jugadores de segunda como Bartra.
Es Pedro, futbolista internacional del Barça y, mal que les pese a muchos, millonario y afortunado en la vida.
Los aficionados al fútbol, a falta de tragedias griegas, están viviendo minuto a minuto el drama personal de un hombre que llegó al estrellato desde la nada y este año tendrá que abandonar el club de sus amores... o militar en un equipo poderosísimo del continente europeo, dicen que el Manchester United.
El aficionado de buen corazón sufre más que el principal afectado, porque no tiene partidos importantes que le entretengan y porque le faltan datos, o mejor dicho, le sobran noticias engañosas.
Para eso está la prensa deportiva, para proporcionarle los ingredientes del drama: que si el club le da la espalda, que si el entrenador da preferencia a Rafinha, mimado de Lucho, que su hace mucho frío en Inglaterra, que si Louis Van Gaal, su futurible entrenador, está loco como un cencerro, etc.
Sufren sin saber que el drama personal de Pedro es tan legítimo como pequeño en comparación con las tesituras del común de los mortales.
Lo curioso es que se magnifican las bendiciones y la solidaridad por unos pocos elegidos, al igual que se cultivan los odios por otros futbolistas, presentados como mercenarios peseteros sin escrúpulos que no sudan la camiseta, siempre cerca de la traición a los suyos.
El mundo del fútbol tiene un punto mentiroso y perverso que deja en evidencia cuán desprotegidos estamos los miembros de la plebe cuando nos ponen de merienda una historia con los ingredientes dramáticos básicos.
En cuanto a Pedro Rodríguez... ¿Se iría del Barça si hubiera nacido en Granollers o Gavà?
Y próximamente... Por qué un equipo como el Barça alinea jugadores de segunda como Bartra.
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