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Sin Estado, sin Gobierno

¿Hacen falta fotos como ésta para apelar a la justicia social?
Vivimos sin Estado porque no hay ningún mecanismo legal ni de carácter general ni extraordinario que impida el desalojo de su vivienda a una octogenaria. Los bancos mandan y la ley que impera es la de tanto tienes, tanto vales.

Diez mil cochinos euros de hipoteca no deben representar en las ganancias de los bancos, a cuya bonanza la anciana contribuyó, como todos, con el rescate, ninguna cifra capaz de levantar un uno por ciento.


Un euro, por cierto, es lo que este año le subieron la pensión a la desalojada de 85 años, enferma además, y que cobra 630 euros, de los que no sólo vive ella, pues tuvo que avalar con 10.000 euros a un hijo y, de ahí, su deuda.

Como en las mejores crónicas franquistas, y su famoso "siente a un pobre en su mesa", tiene que ser un equipo de fútbol, el Rayo Vallecano, el menos pudiente de Madrid en Primera División, el que dé un paso adelante y le financie el alquiler a la señora.

Por lo visto, no hay medidas de protección social ni de la Comunidad de Madrid, ni de la Villa y Corte, ni del Estado. No hay Estado, pues, en su triple estatus. A pesar de la incompetencia, los madrileños pagan sus impuestos por triplicado y, como si estuviéramos en "Alicia en el país de las maravillas" la nulidad de la política social se multiplica no por tres, sino por cero, en casos desesperados como el de la octogenaria.

No hay Gobierno tampoco, porque el Presidente de este país no ha cambiado su fórmula mágica para ganar elecciones: delegar toda aparición pública en sus decenas de portavoces. A medida que sus muchos escuderos (escuderas la mayoría) se van ensuciando en los casos de corrupción se va quedando más solo, pero para defender lo indefendible siempre está Soraya Saénz de Santamaría. Da igual: ella caerá, pero otras u otros la seguirán. El dinero y el poder, qué gran reclamo.

La gran cuestión que debería apretarnos la traquea es: ¿cuántos otros ciudadanos, menos mediáticos, se encuentran en la misma situación que la señora de Vallecas? ¿Podemos vivir en un Estado sin Gobierno en que la protección mínima, el derecho constitucional a la vivienda y la dignidad humana quede a expensas de la misericordia de los equipos de fútbol?

Para no quedarnos en la crítica, creo que es el momento de apoyar a plataformas como la PAH y de exigir cambios profundos a este Sistema que no garantiza los derechos fundamentales de sus ciudadanos.

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