Imagen que recuerda a lo que vi, pero más concurrida. |
Miras hacia arriba y ves dos luces sobre los edificios más altos de la ciudad. Descartas que se traten de aviones, porque las dos luces se desplazan muy cerca la una de la otra. Van demasiado lentos para tratarse de aviones comerciales o cazas. Sean lo que sean, vuelan demasiado alto para ser helicópteros y demasiado bajo para tratarse de aviones.
Los dos vehículos, porque no crees en dragones, se desvanecen en la inmensidad de la noche. Las grandes torres de la ciudad como testigos y algunos curiosos que enseguida dejan de mirar hacia arriba.
Pasa poco más de un minuto y, mientras tratas de reubicar los dos objetos luminosos, no das crédito: en la lejanía, a la altura de la torre de Collserola, desde el Oeste, se aproximan cinco luces que, de nuevo, viajan juntas.
Misma altura, deduces, que el primer par de luces. Idéntica velocidad.
Algunas personas vuelven a mirar el firmamento, una mirada extraña en Barcelona porque desde sus calles es rara la vez que avistas una estrella. El cielo, pues, de normal vacío, se ha llenado de lucecitas que sobrevuelan los edificios. Hay algo que mirar, por fin, entre la luna y el cemento que pisas, pero no es normal.
Lo primero que te viene a la cabeza es que se ha producido un incendio grave. Pero, ¿dónde está el humo? ¿Por qué no escuchas el ruido de las sirenas? Quizá, vuelves a elucubrar, se trate de un apoyo aéreo para los antidisturbios. ¿Siete helicópteros para señalar a un grupo de manifestantes? ¿Desde tan arriba? Hace un mes viste cómo el helicóptero de los mossos d'esquadra rozaba los tejados de la parte vieja y no, no es lo mismo. Falta el haz de luz inquisidor, va demasiado rápido para seguir a personas o vehículos, vuela muy alto como para estar realizando labores de vigilancia.
Llegas a casa, porque las ramblas de Barcelona no son el mejor lugar para detenerse a contemplar el cielo y sales al balcón. No ves nada más que las tinieblas de cada noche. Oyes un ruido semejante al de aquel armatoste que cegaba a un grupo de chiquillos cuando protestaban por el desalojo de Can Vies, pero suena más lejano. Además, quien más y quien menos ha puesto en marcha sus aparatos de aire acondicionado y meten bulla. Las doce y media de un sábado en verano y no tienes el oído para distinguir entre la algarabía noctámbula y el ruido de unas supuestas aspas gigantescas.
En Internet vendrá algo, piensas. Confías en la Red. Te han convencido de que está todo ahí. Y entras en la sección Noticias de Google. Te sientes estúpido. No sabes qué teclear y escribes "helicópteros noche Barcelona" y ¿qué aparece? Decenas y decenas de titulares sobre la lesión de Neymar en el Mundial. Claro, fue trasladado en helicóptero a un hospital y juega en el equipo más popular de Barcelona, el Barça. El buscador ha decidido saltarse la inclusión de la palabra "noche". Le importa una mierda ese detalle sin importancia. Para Google da igual si los helipcóteros vuelan de noche o de día.
Lo buscas en catalán y el resultado es aún más triste: apenas tres noticias y ninguna ni remotamente relacionada con la presencia de helicópteros en la ciudad. Para colmo te traen recuerdos tristes. No quieres, sin embargo, que este dolor remoto, pero doloroso al fin y al cabo, te secuestre el interés en descubrir la verdad.
Recurres a los medios de comunicación más solventes con presencia online que se te ocurren. Primero los que se publican en Barcelona. Nada. Después, los generalistas más leídos. Lo mismo.
Pasas el domingo de manera relajada, pero de vez en cuando te da por aguzar el oído ante las noticias en radio y televisión, e incluso vuelves a buscar por Internet.
Menos mal que no estabas solo, porque todo este asunto de las lucecitas en el cielo negro barcelonés desataría dudas razonables sobre tu cordura.
Te preguntas, consciente de que no se trata del tema más importante del mundo, por qué en una ciudad de millones de muertos vivientes, que diría Dámaso Alonso (más o menos) nadie ha dado cuenta sobre esas presencias inquietantes en nuestro espacio aéreo. Supones que se trataba de helicópteros, o drones, o aviones diminutos. No quieres ni oír hablar de la palabra ovni. No estás loco ni quieres pasarte la vida soñando con viajar al Tibet para buscar al Yeti ni al leopardo de las nieves.
Igualmente, ¿a nadie le llama la atención que cinco más dos objetos volantes se paseen por encima de los tejados de la ciudad en perfecta formación?
¿Para qué se perpetró el espectáculo? ¿Maniobras nocturnas? ¿Un traslado de gente VIP? Dos preocupaciones para concluir:
-Que la gente no hable del tema ni en las redes sociales ni en la calle.
-Que dependamos de un filtrador de noticias tan deficiente como el servicio de Google. Si trasladas la misma reflexión a las agencias de información que nutren a los medios de todo el mundo por no se sabe qué intereses aparte del beneficio económico, siempre por delante, llegas a la conclusión final:
Tenemos un problema de desinformación global.
pd: Caes en la tentación de buscar "ovnis Barcelona" en la maravillosa utilidad noticiosa de Google. Dos resultados apenas relacionados con la cuestión. Si se censuran las noticias insólitas, las fantasiosas, ya no quieras saber qué ocurre con los asuntos terrenales.
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