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Una vulgar y costosa historia del Bronx en El Caballero Oscuro: La leyenda renace

Me cuesta hablar de una película en términos negativos cuando público y crítica beben los vientos por ella. No es falta de criterio ni inseguridad. Es que entiendo que podría haberme perdido algo.

Pero, con tantos films a mis espaldas, desde lo sublime a lo mediocre, ¿qué me estoy perdiendo exactamente? Sin ser un fanático, he seguido varias de las líneas maestras del cómic, no me pierdo ni una de las grandes producciones de superhéroes y, sin embargo, yo no veo en El Caballero Oscuro: La leyenda renace (Batman 3 en adelante) ni un motivo para lanzar las campanas al vuelo.

Digamos, de entrada, que Batman 3 no es un lujo para los sentidos. Cada año se estrenan obras con efectos especiales más solventes, más espectaculares o más comedidos. Lo mismo ocurre con la fotografía: ¿dónde están los claroscuros del personaje? Demasiada luz o demasiadas escenas en negro. ¿Y la música? Cualquier producción estadounidense con un presupuesto holgado cuenta con una partitura de calidad similar. Y, desde luego, hay bandas sonoras mucho más originales.


¿Y la historia? El bien contra el mal. No, no quiero ser simplista. Es lo que hay. Se habla en foros especializados de los complejos conflictos internos de los personajes, pero si Christopher Nolan utiliza más de una hora para retratar a los personajes y dejar la acción de lado, ¿no se le debería pedir más a la profundidad de los actantes?


Los actores, por su parte, están bien, dadas las circunstancias, pero a mí me parece que el Bruce Wayne de Christian Bale se hace insoportablemente plomizo. Y en cuanto al antagonista de Batman, Bane, lo encuentro narrativamente ineficaz y, sobre todo, plano. No creo que The Rock lo hubiera hecho ni peor ni mejor. Considero que el problema principal es que al malvado le falta entidad. Si tanto se la juega Nolan esculpiendo a sus personajes, una vez más, ralentizando la historia, ¿por qué se conforma con un villano tan primitivo y, por ende, previsible?


Cuando empieza la acción, que es sobre el minuto 75, encontramos a un Batman que se cansa de las sombras, del sigilo, de lo gótico, de Frank Miller y de toda su enjundia y se planta a pegar puñetazos a plena luz del día contra una horda de malotes que no tienen opción. ¿Acaso no debería verse como un sabotaje contra el carismático héroe?


Y por si la cosa se le pone fea, el caballero, antes oscuro, presume de avión hich-tech y participa en un final de película, de trilogía y ¿de saga?, de éstos que se supone que se sirven para estómagos poco refinados (y que conste, que no estoy de acuerdo). En cualquier caso, a falta de un buen climax y final de fiesta, lo único que encuentro es ruido, explosiones, confusión.


Me gusta la interpretación de Gary Oldman. Me convence la Cat Woman de Hathaway y me gustaría unirme al grupo de entusiastas críticos y fans que han celebrado este Batman 3 como una obra maestra.


Para mi gusto, le falta esplendor y riesgo. Para ser justos, el realizador se la juega en lo visual al sacar a Batman a la calle a plena luz del día, aunque precisamente lo que consigue es traicionar al personaje. Pero sobre todo le sobran minutos y estereotipos.

Echo de menos al Batman que acecha en la oscuridad. Donde esperaba arte gótico suburbano me he encontrado con un Gothan City demasiado similar al Nueva York apocalíptico de siempre, incluso de aquellos tiempos inciertos cuando los euopeos pensábamos que el Infierno empezaba en el Bronx.


Me juego este post a que esta película no habría convencido a tantos si detrás de la cámara no se encontrara la nueva esperanza del cine comercial, un Christopher Nolan al que le recordarán este film fallido cuando se vuelva a equivocar. Tiempo al tiempo. Bryan Singer y M. Night Shyamalan ya lo están pagando caro.

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