No le huyas por cabrón, sino por flaco. |
La mayoría de los escritores escriben
sentados. Es un hecho. Algunos se tumban para dar rienda suelta a su
necesidad de contar. En cualquier caso, convendrás conmigo que no es
una tarea la suya que comporte mucho esfuerzo físico. Más que
cambiar de canal con el mando, pero aun así, se puede decir que
escribir es una actividad sedentaria.
Además, los escritores ofician todo el
tiempo. Son una especie de drogadictos o de religiosos ultras, que
viene a ser lo mismo. Por eso, si un escritor está más de una hora
sin hacer nada acabará escribiendo lo que sea.
Deducimos de lo anterior que un
escritor que emplea su tiempo libre en un gimnasio sólo puede ser
una persona muy equilibrada, o sea todo lo contrario a un escritor, o
no dedica gran parte de su tiempo a escribir, con lo que estamos ante
un estafador de la pluma.
Puesto que ha quedado claro que un
escritor ha de ser, como mínimo, regordete. ¿Qué pinta un
muerdebolis o un aplastateclados flaco como un perro en este calórico
panorama?
Un consejo: no te fíes de un escritor
flaco. Tendrías que revisar los antecedentes familiares y fotos de
su infancia. Sólo en el caso de que las imágenes estén plagadas de
raspas de sardina puedes bajar la guardia. Tal vez se deba a un
defecto genético.
Del buen escritor, pues, debes esperar
que esté entrado en carnes. Que esté medio loco, también. Y a
poder ser que no le guste demasiado trabajar.
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