A día de hoy se puede saber mucho sobre nosotros si utilizamos el verbo estar. Estamos aquí o allá, incluso estamos trabajando en un lugar u otro, y estamos felices, tristes o seguros de algo.
En cambio, "qué somos" es una pregunta que se siguen haciendo filósofos, científicos y religiosos sin llegar a ningún acuerdo.
Llama la atención que la amistad en español vaya asociada al verbo ser. Somos amigos, o lo éramos. Casi como si se tratara de un matrimonio donde uno es marido y la otra es mujer. Sin embargo, también están casados. Están casados hasta que estén separados o divorciados. Pero son marido y mujer a pesar de la distancia o de la escasa relación. Son dos puntos de vista complementarios.
Los amigos son o no son. Algunos, no contentos con serlo para siempre, lo son mucho.
Hay una tendencia actual a alabar aquellas amistades que se mantienen a pesar de no tener contacto. Supongo que lo que se valora tanto es la perduración en el tiempo y los mismos que se jactan de tener dichas amistades se asombran de encontrarse al cabo de los años con sus amigos y de que esa relación no se haya erosionado. ¿Cómo podría desgastarse si no ha soplado el viento de las discrepancias, malentendidos, necesidades, tentaciones?
Creo que el éxito de esta idea se debe a muchos motivos:
1) La resignación o derrota ante una agenda apresurada en la que el trabajo y los caprichos ganan terreno a "perder" unos días visitando a un amigo.
2) La ligereza con la que la gente designa quienes son sus amigos y quienes no.
3) La necesidad de salvaguardar la autoimagen exagerando el número de amigos.
4) Cierto miedo heredado de la infancia a que los demás nos olviden, como cuando mamá desaparecía de nuestra vista y pensábamos que no volvería más, o esperábamos que los compañeros de clase se acordaran de nosotros con el nuevo curso.
5) El hecho de que se diga "ser amigos" en lugar de "estar amigos".
Si la gente hablara de lo amigos que están A y B, nadie se preocuparía por contabilizar como amigos las personas con la que no nos relacionamos. En cambio, estas personas serían amistades y sólo estarían amigos los que de verdad interactuaran en el mismo espacio y tiempo que nosotros.
Relacionado con esto, la tradición escrita, y el pensamiento va asociado a la escritura, siempre ha intentado hacer perpetuar las opiniones, los hechos e incluso los estados, en esa búsqueda de la eternidad y del todo que es la evolución del ser humano.
Y no, no creo que los amigos se tengan ni sean. Creo más bien que hay gente que tiene más probabilidades de estar que otras personas, pero esta ventaja estadística no es siempre definitiva.
Cada día, la realidad es que la Tierra rota y el Sol aparece por un sitio y desaparece por el sitio opuesto. Y si estamos de pie es porque nos apoyamos en el suelo, si mantenemos una buena relación con la familia es también porque seguimos aportando más de lo que restamos y, en general, todo se actualiza constantemente.
Claro que es más novelesco y romántico pensar que hay lugares y personas a las que recurrir siempre.
En cambio, "qué somos" es una pregunta que se siguen haciendo filósofos, científicos y religiosos sin llegar a ningún acuerdo.
Llama la atención que la amistad en español vaya asociada al verbo ser. Somos amigos, o lo éramos. Casi como si se tratara de un matrimonio donde uno es marido y la otra es mujer. Sin embargo, también están casados. Están casados hasta que estén separados o divorciados. Pero son marido y mujer a pesar de la distancia o de la escasa relación. Son dos puntos de vista complementarios.
Los amigos son o no son. Algunos, no contentos con serlo para siempre, lo son mucho.
Hay una tendencia actual a alabar aquellas amistades que se mantienen a pesar de no tener contacto. Supongo que lo que se valora tanto es la perduración en el tiempo y los mismos que se jactan de tener dichas amistades se asombran de encontrarse al cabo de los años con sus amigos y de que esa relación no se haya erosionado. ¿Cómo podría desgastarse si no ha soplado el viento de las discrepancias, malentendidos, necesidades, tentaciones?
Creo que el éxito de esta idea se debe a muchos motivos:
1) La resignación o derrota ante una agenda apresurada en la que el trabajo y los caprichos ganan terreno a "perder" unos días visitando a un amigo.
2) La ligereza con la que la gente designa quienes son sus amigos y quienes no.
3) La necesidad de salvaguardar la autoimagen exagerando el número de amigos.
4) Cierto miedo heredado de la infancia a que los demás nos olviden, como cuando mamá desaparecía de nuestra vista y pensábamos que no volvería más, o esperábamos que los compañeros de clase se acordaran de nosotros con el nuevo curso.
5) El hecho de que se diga "ser amigos" en lugar de "estar amigos".
Si la gente hablara de lo amigos que están A y B, nadie se preocuparía por contabilizar como amigos las personas con la que no nos relacionamos. En cambio, estas personas serían amistades y sólo estarían amigos los que de verdad interactuaran en el mismo espacio y tiempo que nosotros.
Relacionado con esto, la tradición escrita, y el pensamiento va asociado a la escritura, siempre ha intentado hacer perpetuar las opiniones, los hechos e incluso los estados, en esa búsqueda de la eternidad y del todo que es la evolución del ser humano.
Y no, no creo que los amigos se tengan ni sean. Creo más bien que hay gente que tiene más probabilidades de estar que otras personas, pero esta ventaja estadística no es siempre definitiva.
Cada día, la realidad es que la Tierra rota y el Sol aparece por un sitio y desaparece por el sitio opuesto. Y si estamos de pie es porque nos apoyamos en el suelo, si mantenemos una buena relación con la familia es también porque seguimos aportando más de lo que restamos y, en general, todo se actualiza constantemente.
Claro que es más novelesco y romántico pensar que hay lugares y personas a las que recurrir siempre.
Comentarios