Me llega hoy un e-mail desesperado de un escritor que no consigue publicar sus escritos.
Me pide a mí, que tampoco consigo publicar mi novela, que le ayude.
En su mensaje, enviado a otras muchas personas que figuran con sus correspondientes direcciones, tacha a las editoriales de elitistas y les coloca epítetos poco agradables.
No entiende cómo se publican libros de tan baja calidad y, dado que el listón está bajísimo, no se explica por qué no le atienden con la deferencia que deberían.
Además, explica que sus condiciones económicas son pésimas, se duele de tener ya cierta edad y manifiesta su enorme ilusión por vivir de la literatura.
Por si fuera poco alega que no quiere utilizar Internet para publicitarse, porque le cuesta sobremanera moverse en este medio.
Este mensaje desesperado lo podríamos escribir casi todos los que hemos empezado a escribir. Pero no tendríamos razón, al igual que este chico no la tiene. A la hora de escribir una buena obra no entran variables como la industria editorial, tu condición económica, la edad, lo que te gustaría o no hacer, etc. Sólo cuenta tu bagaje cultural, tu imaginación y tu trabajo. De ahí surge tu obra. Colocarla o no en un mercado que se rige por motivos extraliterarios no tiene nada que ver con la literatura.
El escritor novato no debe de obsesionarse con publicar, sino con escribir. Ni siquiera con escribir. El objetivo debe de ser disfrutar de la escritura y, si se puede, escribir mejor cada día.
Ahora bien, si una vez terminas tu obra, te gustaría difundirla, mi consejo es que postules a cuantos certámenes literarios puedas. Hace unos años era realmente complicado enterarse de las bases de los concursos literarios y el elevado coste de cada envío complicaba mucho esta tarea. Ahora, basta con teclear premios y concursos literarios en un buscador. Si no quieres gastarte una fortuna, opta sólo por los certámenes que permiten el envío por e-mail.
Otro consejo: cuanto más dinero ofrezca el premio, más y mejor competencia (en tu caso peor) tendrás. Así que no le hagas ascos a los concursos que concedan un diploma o un lote de libros. Siempre es mejor ganar un premio pequeño que quedarte el número 100 en uno importante.
Si no consigues nada con los premios, entonces será cuestión de buscar una editorial para enviarle tu manuscrito. De nuevo, selecciona una entre las pequeñas o, de lo contrario, te estamparás contra un gran muro burocrático donde la consigna es decir que no a cualquier desconocido que llame a su puerta.
Para buscar una editorial tendrás que tener claro de qué trata tu obra y a quién va dirigida. Si tú no lo sabes, ¿cómo quieres que un editor lo sepa? Quizá estas simples preguntas te ayuden a perfilar mejor tu escrito. Una vez lo tengas, busca sólo entre las editoriales que publican cosas parecidas a lo que tú has escrito. ¿Cómo averiguarlo? Mirando en catálogos online de las editoriales, pero sobre todo rastreando como un sabueso las mejores librerías.
¿Y si publicas por Internet? En mi opinión, de todas las plataformas sólo Amazon da ciertas garantías. El problema es que está colapsado. De todas maneras, si lo quieres intentar, tienes que lanzarte con todo el equipo. Yo sólo he publicado dos de mis colecciones de relatos, pero me niego a jugar mi mejor baza, mi novela. No estoy preparado para promocionarla o quizá no soportaría verla fracasar. Eso tenlo claro: no basta con subirla y ya está. Tendrás que doctorarte en marketing online para escritores. De lo contrario, pierdes el tiempo.
Pues me autopublico... Vale, es una forma rápida de matar el problema. Distribuyes las copias entre tus conocidos gratis o a un precio simbólico para recuperar la inversión y asunto concluido.
Existen editoriales que me ofrecen la coedición. Sí, te la ofrecen a ti y a todo el mundo. Es un negocio que se basa en la urgencia por publicar de los escritores novatos. Ellos te publican, normalmente sin corregir absolutamente nada, y tú convocas a cuanta gente puedas para vender por un precio elevado los ejemplares que el "editor" (dejémoslo en empresario) te imponga. Si no los vendes, los pagas de tu bolsillo y fin de la historia. Si la convocatoria es un éxito dicen que te elevarán a los altares de la mesa de novedades de El corte inglés y plazas similares. ¿Está estipulado en el contrato?
¿Por qué empiezo a escribir este manual por la parte de publicar, que debería ser la última?
Muy sencillo. En muchas ocasiones el único incentivo del escritor que empieza es publicar a toda costa. Si has llegado hasta aquí es que te interesa mucho, casi te quita el sueño.
Ahora que soy menos joven y que he recibido muchas negativas de editoriales y he visto publicar a muy pocos escritores noveles sé que esta urgencia es un error capital. No tiene nada que ver con la literatura, y mucho menos con la buena literatura. Genera mucha angustia y, aunque a veces sirve para inocular ilusión a las largas jornadas de escritura, a la larga es un claro actor depresor.
Funciona como el alcohol: a corto plazo te proporciona alegría, pero a la larga te hunde en la depresión.
Pero es que, además, si te concentras tanto en querer publicar, pierdes un foco imprescindible para ser un buen escritor. Tu meta debería ser escribir mejor cada vez.
Te propongo que cojas un libro de uno de tus autores favoritos, escoge un pasaje que te guste, y plagia cuanto puedas para tu novela. Luego, otro autor, y así sucesivas veces.
Entre tanto lee y descubre nuevos estilos y formas de narrar.
Ponte como reto superar a tus maestros y cuando menos te des cuentas habrás dado con un estilo propio.
Puede que no sepas detectar los rasgos de tu estilo, como no sabrías ver en otra persona tu forma de caminar o de hablar. Deja que otros se encomienden a esta tarea. Mejor si es un editor de verdad, el que bebe libros mejorables y vomita libros terminados.
La literatura es técnica, sí, pero también es arte, filosofía, física y un porcentaje muy alto de imaginación, subconsciente y libre albedrío.
Publicar el libro en un sistema editorial como el español, que funciona por inercias, no sólo es muy complicado, sino que debería ser lo último de lo que tendrías que preocuparte.
En los países civilizados, por cierto, existen unos profesionales que median entre los editores y los autores: agentes literarios. Olvídate de ellos en España: aquí se dedican a gestionar los derechos de los escritores consagrados, o seáse, a cobrar los porcentajes. No asumen riesgos, porque la mayoría son comerciales ultracapitalistas que consideran que cada minuto de su tiempo tiene una equivalencia en moneda de curso legal.
¿Puede un escritor de verdad atreverse a permutar las horas de trabajo en su obra por una cantidad de dinero? Imposible, porque entonces caerías en la trampa de pensar que tiempo no vale nada, y que tú mismo eres una nulidad. ¿Se preocupa la puesta de sol preciosa en considerar su equivalencia en dinero? ¿Cuánto vale una obra maestra de la música, del cine, de la pintura, de la literatura? ¿Acaso no deberíamos pagar millones de euros por un CD con música de Mozart? ¿Como es que está a un precio más barato que el último álbum de un rapero analfabeto sin conocimientos de solfeo? No, el arte no tiene precio.
Estás solo ante tu obra, zagal o zagala. Tú creas literatura y cuanto mejor y más crees menos solo te encontrarás. No confíes en nada más que en los libros que te acompañarán para hacerte mejor escritor y persona. Ése es mi consejo.
IMAGEN: procedente de Getty, vía Huffington Post.
Me pide a mí, que tampoco consigo publicar mi novela, que le ayude.
En su mensaje, enviado a otras muchas personas que figuran con sus correspondientes direcciones, tacha a las editoriales de elitistas y les coloca epítetos poco agradables.
No entiende cómo se publican libros de tan baja calidad y, dado que el listón está bajísimo, no se explica por qué no le atienden con la deferencia que deberían.
Además, explica que sus condiciones económicas son pésimas, se duele de tener ya cierta edad y manifiesta su enorme ilusión por vivir de la literatura.
Por si fuera poco alega que no quiere utilizar Internet para publicitarse, porque le cuesta sobremanera moverse en este medio.
Este mensaje desesperado lo podríamos escribir casi todos los que hemos empezado a escribir. Pero no tendríamos razón, al igual que este chico no la tiene. A la hora de escribir una buena obra no entran variables como la industria editorial, tu condición económica, la edad, lo que te gustaría o no hacer, etc. Sólo cuenta tu bagaje cultural, tu imaginación y tu trabajo. De ahí surge tu obra. Colocarla o no en un mercado que se rige por motivos extraliterarios no tiene nada que ver con la literatura.
El escritor novato no debe de obsesionarse con publicar, sino con escribir. Ni siquiera con escribir. El objetivo debe de ser disfrutar de la escritura y, si se puede, escribir mejor cada día.
Ahora bien, si una vez terminas tu obra, te gustaría difundirla, mi consejo es que postules a cuantos certámenes literarios puedas. Hace unos años era realmente complicado enterarse de las bases de los concursos literarios y el elevado coste de cada envío complicaba mucho esta tarea. Ahora, basta con teclear premios y concursos literarios en un buscador. Si no quieres gastarte una fortuna, opta sólo por los certámenes que permiten el envío por e-mail.
Otro consejo: cuanto más dinero ofrezca el premio, más y mejor competencia (en tu caso peor) tendrás. Así que no le hagas ascos a los concursos que concedan un diploma o un lote de libros. Siempre es mejor ganar un premio pequeño que quedarte el número 100 en uno importante.
Si no consigues nada con los premios, entonces será cuestión de buscar una editorial para enviarle tu manuscrito. De nuevo, selecciona una entre las pequeñas o, de lo contrario, te estamparás contra un gran muro burocrático donde la consigna es decir que no a cualquier desconocido que llame a su puerta.
Para buscar una editorial tendrás que tener claro de qué trata tu obra y a quién va dirigida. Si tú no lo sabes, ¿cómo quieres que un editor lo sepa? Quizá estas simples preguntas te ayuden a perfilar mejor tu escrito. Una vez lo tengas, busca sólo entre las editoriales que publican cosas parecidas a lo que tú has escrito. ¿Cómo averiguarlo? Mirando en catálogos online de las editoriales, pero sobre todo rastreando como un sabueso las mejores librerías.
¿Y si publicas por Internet? En mi opinión, de todas las plataformas sólo Amazon da ciertas garantías. El problema es que está colapsado. De todas maneras, si lo quieres intentar, tienes que lanzarte con todo el equipo. Yo sólo he publicado dos de mis colecciones de relatos, pero me niego a jugar mi mejor baza, mi novela. No estoy preparado para promocionarla o quizá no soportaría verla fracasar. Eso tenlo claro: no basta con subirla y ya está. Tendrás que doctorarte en marketing online para escritores. De lo contrario, pierdes el tiempo.
Pues me autopublico... Vale, es una forma rápida de matar el problema. Distribuyes las copias entre tus conocidos gratis o a un precio simbólico para recuperar la inversión y asunto concluido.
Existen editoriales que me ofrecen la coedición. Sí, te la ofrecen a ti y a todo el mundo. Es un negocio que se basa en la urgencia por publicar de los escritores novatos. Ellos te publican, normalmente sin corregir absolutamente nada, y tú convocas a cuanta gente puedas para vender por un precio elevado los ejemplares que el "editor" (dejémoslo en empresario) te imponga. Si no los vendes, los pagas de tu bolsillo y fin de la historia. Si la convocatoria es un éxito dicen que te elevarán a los altares de la mesa de novedades de El corte inglés y plazas similares. ¿Está estipulado en el contrato?
¿Por qué empiezo a escribir este manual por la parte de publicar, que debería ser la última?
Muy sencillo. En muchas ocasiones el único incentivo del escritor que empieza es publicar a toda costa. Si has llegado hasta aquí es que te interesa mucho, casi te quita el sueño.
Ahora que soy menos joven y que he recibido muchas negativas de editoriales y he visto publicar a muy pocos escritores noveles sé que esta urgencia es un error capital. No tiene nada que ver con la literatura, y mucho menos con la buena literatura. Genera mucha angustia y, aunque a veces sirve para inocular ilusión a las largas jornadas de escritura, a la larga es un claro actor depresor.
Funciona como el alcohol: a corto plazo te proporciona alegría, pero a la larga te hunde en la depresión.
Pero es que, además, si te concentras tanto en querer publicar, pierdes un foco imprescindible para ser un buen escritor. Tu meta debería ser escribir mejor cada vez.
Te propongo que cojas un libro de uno de tus autores favoritos, escoge un pasaje que te guste, y plagia cuanto puedas para tu novela. Luego, otro autor, y así sucesivas veces.
Entre tanto lee y descubre nuevos estilos y formas de narrar.
Ponte como reto superar a tus maestros y cuando menos te des cuentas habrás dado con un estilo propio.
Puede que no sepas detectar los rasgos de tu estilo, como no sabrías ver en otra persona tu forma de caminar o de hablar. Deja que otros se encomienden a esta tarea. Mejor si es un editor de verdad, el que bebe libros mejorables y vomita libros terminados.
La literatura es técnica, sí, pero también es arte, filosofía, física y un porcentaje muy alto de imaginación, subconsciente y libre albedrío.
Publicar el libro en un sistema editorial como el español, que funciona por inercias, no sólo es muy complicado, sino que debería ser lo último de lo que tendrías que preocuparte.
En los países civilizados, por cierto, existen unos profesionales que median entre los editores y los autores: agentes literarios. Olvídate de ellos en España: aquí se dedican a gestionar los derechos de los escritores consagrados, o seáse, a cobrar los porcentajes. No asumen riesgos, porque la mayoría son comerciales ultracapitalistas que consideran que cada minuto de su tiempo tiene una equivalencia en moneda de curso legal.
¿Puede un escritor de verdad atreverse a permutar las horas de trabajo en su obra por una cantidad de dinero? Imposible, porque entonces caerías en la trampa de pensar que tiempo no vale nada, y que tú mismo eres una nulidad. ¿Se preocupa la puesta de sol preciosa en considerar su equivalencia en dinero? ¿Cuánto vale una obra maestra de la música, del cine, de la pintura, de la literatura? ¿Acaso no deberíamos pagar millones de euros por un CD con música de Mozart? ¿Como es que está a un precio más barato que el último álbum de un rapero analfabeto sin conocimientos de solfeo? No, el arte no tiene precio.
Estás solo ante tu obra, zagal o zagala. Tú creas literatura y cuanto mejor y más crees menos solo te encontrarás. No confíes en nada más que en los libros que te acompañarán para hacerte mejor escritor y persona. Ése es mi consejo.
IMAGEN: procedente de Getty, vía Huffington Post.
Comentarios