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Savia estética en las portadas de las nuevas editoriales

Los libros publicados en España suelen resaltar poco o nada.
Como escritor y lector, desde largo, tengo entrenados los ojos para detectar libros de Anagrama. Es fácil, en las novelas predomina un color amarillo gastado que, en ensayo, muta en un marrón oscuro, también apagado. La mínima ilustración pasa desapercibida. Solían ser libros de calidad. Era fácil detectarlos y no resultaban excesivamente caros. Herralde ha envejecido y alguien con ínfulas de modernillo debe de llevar las riendas, porque lo posmoderno gobierna caprichosamente su catálogo.

Los libros de Alfaguara y los de Destino se confunden. Las dos editoriales generan portadas con ilustraciones invisibles, es decir, no llaman la atención ni a un centímetro de distancia. Podrían encontrarse enmarcadas en cualquier tienda de regalos para el hogar. Destino es Planeta, o sea, nada que ver con la artesana editorial de Josep Vergés. Alfaguara publica sobre seguro, a gente de la casa siempre. Cuando El País era todavía un diario de referencia progresista, me iba bien encontrarlos a la primera.

En los de Seix Barral predomina el fondo blanco, de modo que la ilustración resalta mucho. A veces llama la atención, a veces no: se la juegan a una sola carta. Con el ratón Firmin triunfaron.

Las obras editadas por Tusquets, cada día menos visibles en las librerías, destacan por sus márgenes negros. Pero no por las ilustraciones. Son motivos que pasan de rondón.

Todo queda muy serio en las viejas editoriales. Triste, ajado, lo contrario a la literatura actual.


Los libros en inglés sí llaman la atención.
Cuando llegaba a mis manos cualquier bestseller editado en inglés los ojos me hacían chiribitas. La mayoría tiene un trabajo notable en cuanto al diseño. Además, los libros de bolsillo son lo que prometen, y los de tapa dura, efectivamente, tienen la tapa dura.

Entre los libros de Tusquets, por ejemplo, apenas se puede distinguir entre la gama más económica y las novedades, supuestamente de tapa dura.

Desde que se propagó la necesaria serie de bolsillo, sólo hay un motivo para comprar la edición cara: la urgencia de leerlo. La calidad es similar.

Por fortuna, hay que celebrar la entrada en juego de editoriales nuevas que lo dan todo en el diseño y juegan con los formatos de sus libros, los colores, el tipo de papel, etc. Además, y de momento, no suelen tener ediciones de bolsillo, por lo que te llevas el ejemplar irrepetible.

Iconoclasta pero guay. Entre artesano y digital. O sea, hipster.
Siempre llama la atención Blackie Books. Sus diseños suelen ser modernillos, tirando a hipster, y aunque no te vaya el pijerío progre hay que reconocer que la labor artística es una gozada.

Muy pop resultan los libros de Errata Naturae. Utilizan toda la gama de colores para los fondos y sus ilustraciones son claras, al estilo Hergé. Además, son muy representativas para saber de qué va el libro (gracias).

Nórdica apuesta el todo por el todo y sus diferentes estilos proporcionan un verdadero placer, al igual que Capitán Swing, pese a que no es fácil encontrar una continuidad, aunque bien es cierto que en las librerías se suelen encontrar pocos ejemplares para trazar un continuum. Sus libros, desde luego, atraen las miradas, que es la idea.

Más distinguibles son los ejemplares de Alpha Decay o Libros del Asteoride, y sus mejores baluartes son la textura de sus portadas, muy agradables, y la composición de las portadas.

Un aspecto que todavía se olvida en estas editoriales es el contenido. Sobre todo, el tipo de letra y el grosor de la fuente. Aquí yo creo que deberían optar más por la legibilidad y no tanto por el diseño. A partir de los cuarenta el tamaño (de las letras) sí importa. Y el interlineado, también.

Me dejo editoriales notables por su diseño como Baile del sol, Comba o SUMA, pero la buena noticia no es que este artículo resulte incompleto (buena noticia para mis muchos detractores), sino que haya alrededor de medio centenar de pequeñas editoriales independientes nacidas a pesar del éxito de los ebooks y, gracias al monopolio de Planeta, que ha ido absorbiendo editoriales de todo tipo hasta conseguir un panorama editorial irrespirable.

Ahora se respira mejor. Pero, ojo, hay que comprar estos libros. Del amor al arte se puede vivir un par de años. No más.

Lo dice uno que se dedica a #escribir y que ya sabe que la #literatura, sobre todo, la que no está pagada, da pocas esperanzas de vida.

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