Si la carretera es pequeña, el camino que conduce a la aldea es escueto. Conviene alegrarse de que lo hayan asfaltado recientemente. El sol cae a plomo, A los lados amarillean los pastos. Sólo a lo lejos campan un grupo de vacas. Nada más. Antes de la aldea, un cementerio, el más pequeño que mis ojos hayan visto nunca. No esperan ampliaciones, pues en la aldea viven de seguido sólo seis personas. Censadas hay hasta una docena, porque así pagan menos impuestos de sus vehículos.
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