Hay muchos motivos para volverse loco si uno se empecina en publicar una novela.
Enumero unos pocos:
1) Trabajar gratis.
2) Trabajar robándole horas al sueños y al tiempo libre.
3) Compararte a los maestros de la literatura.
4) Compararte a novelistas de éxito con escasa calidad.
5) Recibir negativas de las editoriales.
6) No recibir respuesta de las editoriales.
7) No recibir respuesta de los agentes literarios, o que se nieguen a representarte (sí, las pongo en el mismo punto, porque ya se sabe que en España los agentes literarios no son los mismos profesionales* que en Estados Unidos o Reino Unido).
8) Participar en foros de escritores donde te da la sensación de que hay más farsantes que escritores de verdad.
9) Querer explicar ¡a gritos! que lo tuyo va en serio, que escribes, reescribes, lees, relees y luego intentas publicar.
Y dejo para el final la peor duda de todas:
10 ¿soy autor de una de esas obras que no se valoran por llegar tarde o al lugar equivocado? O, en cambio, ¿soy un iluso que escribe mal, sin perspectivas de mejorar, y que nunca sabrá si esto es cierto o es sólo la desesperación?
Desde luego, sin dudar uno puede acabar siendo feliz, sí, pero con los mismos ingredientes que el más idiota entre los idiotas. Sin embargo, la duda constante lleva a la desesperación y de ahí a la locura sólo hay un paso.
*Un agente literario debería estar para descubrir escritores y, si merecen su confianza, enseñarles el camino para contactar con el mundo editorial. En España, un agente literario sólo acoge a escritores consagrados y se dedica a montarles saraos y hacerles la declaración de la renta. Si son extranjeros, mejor, así se libran de hacerles la declaración.
Enumero unos pocos:
1) Trabajar gratis.
2) Trabajar robándole horas al sueños y al tiempo libre.
3) Compararte a los maestros de la literatura.
4) Compararte a novelistas de éxito con escasa calidad.
5) Recibir negativas de las editoriales.
6) No recibir respuesta de las editoriales.
7) No recibir respuesta de los agentes literarios, o que se nieguen a representarte (sí, las pongo en el mismo punto, porque ya se sabe que en España los agentes literarios no son los mismos profesionales* que en Estados Unidos o Reino Unido).
8) Participar en foros de escritores donde te da la sensación de que hay más farsantes que escritores de verdad.
9) Querer explicar ¡a gritos! que lo tuyo va en serio, que escribes, reescribes, lees, relees y luego intentas publicar.
Y dejo para el final la peor duda de todas:
10 ¿soy autor de una de esas obras que no se valoran por llegar tarde o al lugar equivocado? O, en cambio, ¿soy un iluso que escribe mal, sin perspectivas de mejorar, y que nunca sabrá si esto es cierto o es sólo la desesperación?
Desde luego, sin dudar uno puede acabar siendo feliz, sí, pero con los mismos ingredientes que el más idiota entre los idiotas. Sin embargo, la duda constante lleva a la desesperación y de ahí a la locura sólo hay un paso.
*Un agente literario debería estar para descubrir escritores y, si merecen su confianza, enseñarles el camino para contactar con el mundo editorial. En España, un agente literario sólo acoge a escritores consagrados y se dedica a montarles saraos y hacerles la declaración de la renta. Si son extranjeros, mejor, así se libran de hacerles la declaración.
Comentarios