A la izquierda, el camino donde se pierde el rastro del niño. |
Si no fuera un drama amargo, estaríamos ante un apasionante
caso de misterio. Me refiero, claro, a la desaparición del niño Gabriel Cruz en las Hortichuelas, pedanía de Níjar (Almería).
Por desgracia, si bien los elementos de esta historia (recordemos, real) son un
desafío para los investigadores, se dan bastantes circunstancias que apuntan a
un desenlace trágico.
En primer lugar, llevan ya muchos días y el tiempo es un
factor en contra de los casos de desapariciones.
Luego está el motivo de la desaparición. Si fuera un rapto,
habrían contactado con la familia para pedir dinero. Queda la esperanza de que
en realidad sí que hayan intentado el contacto, pero la previsible avalancha de
informaciones falsas de buena o mala fe lo hayan impedido.
Descartemos que la familia esté en conversaciones con los
raptores, puesto que no han dejado ni un momento de realizar batidas por los
alrededores.
En este caso ya ha habido un detenido. Al parecer, un
perturbado no dejaba de acosar a la madre del niño y la guardia civil lo
detuvo. Por lo que ha trascendido, no es sospechoso de haberle hecho daño
alguno a Gabriel aunque se da la circunstancia de que el tal Diego rompió su
pulsera de localización el día después de que se perdiera el rastro del niño.
Se apunta, por otra parte, que entre las 15 y las 17 horas aproximadamente
estuvo ilocalizable. Otra filtración no confirmada por las autoridades asegura
que un testigo fiable vio a Diego meter en su vehículo pico, pala y un saco. Un
día después de que el niño desapareció lavó a conciencia el coche. Sea cierto o
no, este sujeto está preso, pero no por este caso sino por haberse saltado la
orden de alejamiento con respecto a la madre de Gabriel.
En un primer momento, se habló de una furgoneta blanca.
Luego se desmintió. Ahora parece que los vecinos que han sido entrevistados
insisten en que justo a la hora de la desaparición del niño, entre las 15:20 y
las 15:30 de la tarde del martes, día festivo en Andalucía.
Corre un rumor por las redes que apunta, muy
apresuradamente, al padre. El hecho que los progenitores del niño estén
separados y que el padre, junto a su pareja actual, encontrara una camiseta del
desaparecido (comprobado científicamente ya) después de que los voluntarios y
las autoridades rastrearan la misma zona, a entre 3 y 4 km del lugar donde se
le vio por última vez, ha hecho saltar las alarmas entre el público. Suponemos
que por analogía con el caso Bretón. Sin embargo, nada indica que Ángel Cruz
sufra de problemas mentales ni siquiera similares a los de José Bretón. Además,
este hombre ha rehecho su vida. Si se le quiere dar importancia al hallazgo de
la camiseta y se presupone que la pareja pudo colocar la prenda después sólo
quedaría pensar en el caso de una pareja sádica que nos remite al asesinato de
la pequeña Asunta. Algo, por suerte, muy difícil de que vuelva a suceder.
La camiseta está dando mucho que hablar, que si estaba seca
a pesar de haber llovido, que si la presencia de ADN sólo indica que ha estado
en contacto con el niño, y no que la llevara ese día…
El escenario donde se vio al niño por última vez, siempre
que la abuela no mienta, es un camino de tierra estrecho entre la casa de la
abuela paterna y la de los primos de Gabriel. Un trayecto de unos 30 segundos.
Apenas cien metros. Una zona apenas conocida y sólo transitada por los escasos
vecinos de esa zona de un pueblo de por sí pequeño. Por desgracia, se trata de
un camino corto con dos salidas y relativamente cerca de una comarcal y de una
autovía.
Si realmente existió la furgoneta blanca. Entró por el
núcleo de la pedanía, medio centenar de personas, giró hacia el camino y debió
de salir por el otro extremo.
Por tanto, sólo puede tratarse de delincuentes profesionales.
Eso, o los raptores deben de ser conocedores de la zona y, por tanto, de la
familia.
Sin embargo, puesto que los progenitores no son millonarios
ni mucho menos, ¿qué móvil podrían tener sus supuestos raptores?
No puede ser económico. Ha de ser pasional, pues. Una
venganza dirigida a alguien de su familia, en especial la madre o el padre del
niño.
Alguien que los conoce bien y con quien tienen deudas
pendientes.
Pero si no se confirma la presencia de la furgoneta y nadie
escuchó nada, salvo un testimonio de una vecina que afirmó que escuchó una
puerta cerrarse, ¿podríamos pensar que sólo actuó un individuo?
Si, además, el niño no gritó, ¿podría ser un conocido?
Supongamos que lo de la furgoneta es un bulo, sólo queda que
pasara un vehículo pequeño que llamara poco la atención, e incluso uno de los
coches que habitualmente se ven por el paraje, de manera que nadie repare en
él.
Si se trataba de asesinar al niño, y ojalá no sea así, el
criminal pudo matar al niño de inmediato y esconderlo en el maletero. Aunque
para hacerlo así tendría que tratarse de un profesional o de alguien
acostumbrado a ejercer la fuerza.
¿Un sicario mataría a un niño por dinero? Parece poco factible a no ser que uno de los dos
progenitores esté metido en temas asociados con el crimen organizado como
pueden ser las drogas, el juego o la prostitución. No hay motivos para pensar en esa dirección. O acaso la venganza pueda
dirigirse a un familiar de menor grado del pequeño como un tío. Tampoco sé si
tiene tíos sin descendencia, puesto que de tener hijos, la venganza no iría dirigida a su sobrino sino a su hijo.
Por último, si parece que el rapto es la única alternativa
queda la posibilidad de que ocurriera como con el asesinato de Diana Quer. Un
pervertido, un enfermo, sale en busca de un niño y se encuentra a Gabriel por
casualidad. ¿Pero lo intentaría a plena luz del día por más loco que esté?
Hasta el momento se ha ocultado bien, por lo que no debería ser muy estúpido, a
no ser que otras personas, conocedores de su trastorno, lo estén encubriendo.
Dejemos de lado el rapto. Podría ser un accidente que
acabara trágicamente y que cualquier vecino, en principio sin antecedentes
penales ni con trastornos graves de personalidad, decidiera ocultar el cadáver
del niño para no enfrentarse a las autoridades y a los familiares de Gabriel.
¿Pero cómo puede morir un niño tan rápido a raíz de un
accidente? Parece poco probable que se produjera un atropello accidental,
porque habría dejado marcas. Tampoco entra en la lógica de nadie que se
produjera un disparo que matara sin querer a Gabriel, pues las armas dejan un
rastro tóxico además de que suelen ser ruidosas. Cualquier otra posibilidad de
una muerte accidental rápida se me antoja muy retorcida como que sí llegara a
casa de su tío y por algún motivo falleciera allí, y decidieran esconder su
cuerpo.
¿Y si no ha intervenido nadie en la extraña desaparición del
niño almeriense? Podría haberse escapado, aunque nada parece haber sucedido
para que un chico feliz de ocho años se vaya así por las buenas. Además de
darse entre adolescentes y jóvenes de mayor edad, ese tipo de fugas suelen
acabar pronto. Por pura logística tampoco parece de recibo que un niño tan
pequeño se las ingenie para sobrevivir oculto tantos días.
Se habló de la posibilidad de perderse. Parece que, a pesar
de no ser su lugar de residencia, conocía muy bien la zona. De lo que no se ha
hablado es de que se perdiera mucho más lejos, pero si le dijo a su abuela que
iba a jugar con sus primos, ¿por qué iba a mentir?
¿Qué sabemos de la interacción del niño con las nuevas
tecnologías? Puede que contactara con alguien que se hiciera pasar por otra
persona o que le prometiera algo que el niño deseara. Puede que le emplazara
lejos de la casa de su abuela y que Gabriel accediera y al llegar al sitio
acordado el raptor o asesino secuestrara al crío. En este caso, tendría que
existir un rastro cibernético. Seguro que las autoridades lo habrán comprobado.
En definitiva, se trata de un caso muy difícil de
esclarecer, máxime con los datos que han trascendido a la opinión pública. Sin
querer abonar el pasto de los rumores que estarán martirizando a los familiares
de Gabriel, no sería la primera vez que el responsable de la desaparición de un
menor es una persona muy allegada a él, alguien que tal vez aún esté en el
mismo pueblo y que incluso haya participado en las batidas de reconocimiento.
Esperemos que se esclarezca la verdad sobre este asunto pese
a que haya pocos motivos para esperar un desenlace feliz.
Ojalá se tratara de un funambulesco episodio de una serie
norteamericana. Entonces incluso podríamos dar por bueno que la policía anda
muy cerca de los raptores y, para despistar, ha montado un dispositivo de
búsqueda que mantenga a los malhechores confiados.
No es descartable, me temo, que los nuevos datos que vayan
saliendo en prensa distorsionen más si cabe esta trágica realidad.
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