Ir al contenido principal

Qué es la ansiedad

La ansiedad forma parte del proceso para adaptarse a los cambios de cualquier ser humano. Sí, ¿pero qué es? Se trata de un cúmulo de factores que, desde el sistema nervioso, nos preparan para afrontar un peligro.

Cuando los cambios que experimentamos exceden la realidad del peligro entonces hablamos de la ansiedad como un problema.

Por ejemplo, si uno tiene que cruzar un puente a 200 metros de altura sin barandillas entre flechas que silban y, mientras se prepara para hacerlo, se bloquea, le sudan las manos, las pupilas se le agrandan y le tiembla todo el cuerpo, podríamos decir que su reacción es normal. No todas las personas reaccionarían del mismo modo, desde luego. Pero sufrir una crisis de ansiedad en estas circunstancias es lógico: el cuerpo se prepara para evitar el peligro. En otros individuos se podría haber preparado para huir en dirección contraria o para camuflarse en el entorno.

Quizá otra persona pueda cruzar ese puente y esquivar las flechas sin sufrir tanto. Pero, ojo, porque un enajenado mental puede parecer muy valiente cuando cruza el puente. Incluso un científico podría decir que se ha adaptado mejor a las circunstancias que el resto de compañeros. Tal vez sea así, pero el precio que paga para no estar ansioso es demasiado alto.

¿Por qué hay gente ansiosa y gente que no? Pues por lo mismo que hay gente confiada y gente desconfiada, alegres y cascarrabias, etc.

Se supone que existen factores genéticos, pero también un bagaje educativo y social. En cualquier caso, el adulto ansioso no puede cambiar su genética ni volver atrás en el tiempo. Puede, si acaso, comprender que interpretó determinados problemas durante su infancia y adolescencia de manera exagerada y, a partir de ahí, estableció sus propios límites y disparadores de la ansiedad en forma de traumas y comportamientos automáticos.

Los traumas no tienen por qué ser sucesos importantes. Lo que importa es el impacto emocional en el individuo. Para uno puede ser la muerte de un ser querido. Para otro, un suspenso en un examen.

En cuanto a los comportamientos automáticos, todos contamos con automatismos para afrontar la vida diaria. Cruzamos los pasos de cebra de una determinada manera, contestamos al teléfono con un tono de voz característico, reaccionamos ante una negativa de modos similares.

Detrás de una persona ansiosa suele haber alguien con la autoestima baja. Es corriente atribuirles a estas personas comportamientos paradójicos: actitud chulesca, soberbia, falta de empatía, etc. Puede ocurrir, pero no siempre es el caso. Hay gente que lucha contra su condición de esta manera. Pero también hay muchas personas que asumen un papel secundario en la vida y pocas veces levantan la voz.

Hay estudiosos, por otra parte, que asumen que ser pesimista contribuye a ser ansioso, pero también los hay que aseguran que es la ansiedad (percibir el mundo como un peligro constante) la que forja un pensamiento pesimista.

En realidad, cuesta ver la vida de una forma luminosa cuando te aterran cosas de la vida diaria que otros realizan sin aparente dificultad.

Personalmente, no creo que se pueda curar la ansiedad al igual que no se puede pasar de ser nervioso a tranquilo, o de imaginativo a carente de ideas.

Más que concentrarse en el ser, el ansioso puede trabajar el estar: estar más relajado, más confiado en sus posibilidades, etc.

Por tanto, los efectos perniciosos de la ansiedad se pueden paliar con mucho trabajo terapeútico y con medicación específica.

Ahora bien, aunque cambiar el prisma desde el que se contemplan los problemas cotidianos es fundamental (pues incluso las personas más felices pasan por dificultades), también es cierto que hay gente que está expuesta a multitud de condicionantes para que su ansiedad aflore. Piensa en quien cuida de enfermos, quien trabaja con mucha presión durante muchas horas al días, o, por citar otro ejemplo, aquellas personas que sufren la pérdida de varios seres queridos en un accidente.

Como nota positiva, un ansioso bien informado puede realizar pequeños avances, pero siempre debe tener en cuenta que la ansiedad está ahí, como está el exceso de peso en un obeso.

Paliar los efectos negativos de la ansiedad requiere de ayuda externa, de mucha dedicación y paciencia (trabajo al fin y al cabo) y de unas condiciones de vida que no contribuyan a sufrir la parte gris de la vida.

Por último, conviene no estigmatizar ni dejarse estigmatizar. Nadie es solamente ansioso ni pesimista. Nadie es al ciento por ciento una persona gris que no se quiere a sí misma. Ésa es una falacia reduccionista que funciona bien en estos tiempos en los que el individuo piensa que su felicidad pasa por evitar el contacto con todos aquellos que no mantienen una sonrisa perenne y hablan de temas frívolos o estimulantes.

Una persona que siempre habla de temas alegres, está esquivando una parte de la existencia.

Alguien que sólo propone proyectos ilusionantes es alguien que no se ha puesto a trabajar en ellos con la constancia necesaria.

Comentarios

Entradas populares de este blog

GTA V no es un juego para niños

He sido monaguillo antes que fraile. Es decir, he pasado por una redacción de una revista de videojuegos y desde hace más de cinco años me dedico a la docencia. De hecho, cuando nuestro Gobierno y la molt honorable Generalitat quieran, regresaré a los institutos y me dedicaré, primero, a educar a los alumnos y, en segundo lugar, a enseñarles inglés. Por este orden. Calculo que más de la mitad de mis alumnos de ESO (de 12 a 16 años) juegan a videojuegos con consolas de última generación, esto es, PlayStation 3 y Xbox 360 (dentro de unos meses, esta información quedará obsoleta: hay dos nuevas consolas a la vista). Deduzco, a su vez, que de este alto porcentaje de estudiantes, la mayoría, y no sólo los niños, querrá hacerse con el último título de la saga GTA: la tan esperada quinta parte.

Redescubriendo temas musicales: Jesus to a child

Las canciones que más adentro nos logran tocar son, en ocasiones, las más sencillas. La letra de Jesus to a child descolocará a los que asuman, por desconocimiento, que la belleza de la expresión escrita requiere complejidad. La sintaxis es clara, el vocabulario, sencillo, y la composición en su conjunto constituye una metáfora: el amante sufre la pérdida del ser querido, pero a pesar de la tristeza es capaz de comparar el hallazgo del amor verdadero con la limpieza de corazón con la que Jesucristo amaba a los niños, que son, por antonomasia, los seres humanos más puros que existen. Por este motivo, mucha gente interpreta la letra como una exaltación de los sentimientos nobles y, en realidad, la letra se puede explicar en clave de amistad idealizada o de amor perfecto en cuanto en tanto no deja lugar a la contaminación de otros sentimientos que no tengan que ver con la piedad y el desprendimiento.

Dos grandes pintores para una ciudad pequeña

Una obra de Alguacil que recuerda a Monet. En la calle Pizarro de La Vila Joiosa, probablemente una de las arterias principales de la ciudad (o pueblo, los que me habéis leído sabéis que los uso indistintamente en referencia a mi lugar de nacimiento) hay abierto desde tiempos inmemoriales un taller de un gran pintor: Evaristo Alguacil. Casi sin anunciarse, muchos aficionados a la pintura han insistido hasta recibir sus clases y quién más o quién menos conoce lo más representativo de su trabajo, sobre todo al óleo, principalmente esas marinas tan personales, tan vileras y universales al mismo tiempo. Sin embargo, pocos, en relación a la categoría del artista, conocen bien la obra de Alguacil. Creen que es un señor que repite cuadros sobre las casas de colores representativas de La Vila o se dedica solamente al puerto y sus barcos de pesca. Es cierto, y él lo reconoce, que son parte de su sello personal y la gente aprecia estas pinturas por dos motivos: por su calidad y, además,