A la izquierda, el camino donde se pierde el rastro del niño. Si no fuera un drama amargo, estaríamos ante un apasionante caso de misterio. Me refiero, claro, a la desaparición del niño Gabriel Cruz en las Hortichuelas, pedanía de Níjar (Almería). Por desgracia, si bien los elementos de esta historia (recordemos, real) son un desafío para los investigadores, se dan bastantes circunstancias que apuntan a un desenlace trágico. En primer lugar, llevan ya muchos días y el tiempo es un factor en contra de los casos de desapariciones. Luego está el motivo de la desaparición. Si fuera un rapto, habrían contactado con la familia para pedir dinero. Queda la esperanza de que en realidad sí que hayan intentado el contacto, pero la previsible avalancha de informaciones falsas de buena o mala fe lo hayan impedido. Descartemos que la familia esté en conversaciones con los raptores, puesto que no han dejado ni un momento de realizar batidas por los alrededores.
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