El otro día leía en un foro de ABC las opiniones de los lectores sobre el mundo de la mendicidad. La mayoría sostenía que el que pide es porque quiere, y que además casi todos se gastan el dinero en vicios. En el barrio de Gracia de Barcelona se instaló hace poco más de un año un vagabundo, de esos que la gente llama impropiamante mendigos, porque él no pedía, se dedicaba a vender libros de viejo y otros objetos de segunda mano.
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