L os humoristas y redactores de Charlie Hebdo no querían ser mártires de ninguna causa. Querían ser libres y pagaron con su vida. Sthéphane Charbonnie, su director, sabía que estaba en peligro de muerte y, sin embargo, siguió publicando sus chistes y tiras cómicas al ritmo de la actualidad. Los que irrumpieron en la redacción y mataron a más de una decena de seres humanos querían ganarse el favor de un dios que no tiene sentido del humor y sí sed de sangre. Ahora que ellos mismos han muerto a manos de la policía habrá quien los considere mártires, pero la realidad es que sólo son unos asesinos fanáticos.
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