Precisamente porque rebelarse hasta las últimas consecuencias significa entablar batalla. Una cosa es quejarse, incluso desarrollar opiniones bien fundadas, y algo muy distinto es luchar contra el orden injusto de la vida. La vida, en sí misma, no invita a la guerra. Acércate a un campo, siéntate a la vera de un camino. Si te molesta el sol, busca el abrigo de la copa de un árbol. ¿O vas a intentar destruir el astro rey con la mirada? Sí, frunce el ceño, concéntrate y apunta... ¿Y qué hay de las moscas? Puedes matar unas cuantas si te aburres (aunque si son de campo de veras, lo tendrás complicado), pero ¿en serio crees que te puedes librar de todas? ¿Te molestan las piedras del camino? ¿Tienes problemas con la mala hierba? ¿Acaso es el canto de la cigarra una invitación a que hagas callar a todo bicho que zumba?
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