Ir al contenido principal

El cuaderno de Sara: entre el documental y lo tintinesco

La sala desierta. El viernes, noche del estreno. Una supreproducción española a priori de aventuras y con el aliciente de retratar la ayuda humanitaria en el centro de África. Belén Rueda tal vez no esté tan de moda como años atrás, pero nadie tiene motivos para quejarse de sus últimas actuaciones tampoco. ¿Por qué no hay nadie más en la sala? Ni idea.
He leído críticas entusiastas, apañadas, reguleras y muy aciagas. Me preparo, pues, para lo mejor, lo peor… u otra película más.
Empieza bien: dinámica, con una atmósfera de mal fario que seguramente se corresponda a la poca esperanza de tanta gente en las zonas convulsas de África.


Suceden muchas cosas, algunas de forma azarosa. Bien resueltas en lo cinematográfico pero demasiado tintinescas en su escritura.
Las estampas de Uganda y el Congo dan verdadero pavor: gente hacinada, caos, tristeza, dolor.
Cuando irrumpen las milicias de rebeldes, el salvajismo extremo de sus matanzas me sobrecogen. Parece tan real que ni siquiera tengo la sensación de que estén actuando.
La mirada de Belén Rueda es la de una cámara que rueda un documental. Cuando ella no está, de hecho, cualquiera podría pensar que estamos ante un gran reportaje de guerra porque nos falta el referente humano.
Hay una secuencia que me hace pensar que me he equivocado de película. Sucede en una aldea. Los dos protagonistas están subidos a un tejado. Desde arriba asisten impasibles a una ejecución cruel, rodada sin piedad.
Pienso que se lo podrían haber ahorrado, que con una elipsis la narrativa seguiría siendo igual de efectiva. Pero este sinsabor me sirve para captar, un poco tarde dirán algunos, que en esta cinta el director quería hacer denuncia, reportaje, y de paso una historia.
Entonces todas las piezas me encajan y decido protegerme de la crueldad extrema buscando en la labor de documentación de la película lo mejor de ésta.
Creo que hago bien, porque la película sólo da un poco de tregua al final.
En mi memoria quedará una África negra donde la vida humana no vale nada. La violencia parece gratuita y los soldados parecen disfrutar mucho, incluso demasiado. De la reflexión de lo visto en El cuaderno de Sara surgen dos consecuencias:
-La narración me parece cada vez más inverosímil. Que Belen Rueda salga viva es más que un milagro, porque nadie baja al Infierno y regresa.
-Lo peor de todo es que hay tanta muerte innecesaria, si es que alguna la es, en el film, que uno empieza a dudar de que al realizador y al guionista no se les haya ido la mano. Y esto es lo peor que le puede ocurrir a un espectador si sus artífices querían denunciar la miseria humana de esa zona del mundo.

La película, al final de esto, me parece fallida en sus dos vertientes, la del realismo y la de la ficción. Interesante sí, pero demasiado dura como para considerar que merezca la pena. Y es una lástima porque se nota el esfuerzo en rodarla con verismo y ahí se atisba el estupendo documental que podría haber sido.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Cuando Hugo Silva, Belén Rueda, que significa tintinesco? Un término de Nueva factura David?

Entradas populares de este blog

Redescubriendo temas musicales: Jesus to a child

Las canciones que más adentro nos logran tocar son, en ocasiones, las más sencillas. La letra de Jesus to a child descolocará a los que asuman, por desconocimiento, que la belleza de la expresión escrita requiere complejidad. La sintaxis es clara, el vocabulario, sencillo, y la composición en su conjunto constituye una metáfora: el amante sufre la pérdida del ser querido, pero a pesar de la tristeza es capaz de comparar el hallazgo del amor verdadero con la limpieza de corazón con la que Jesucristo amaba a los niños, que son, por antonomasia, los seres humanos más puros que existen. Por este motivo, mucha gente interpreta la letra como una exaltación de los sentimientos nobles y, en realidad, la letra se puede explicar en clave de amistad idealizada o de amor perfecto en cuanto en tanto no deja lugar a la contaminación de otros sentimientos que no tengan que ver con la piedad y el desprendimiento.

GTA V no es un juego para niños

He sido monaguillo antes que fraile. Es decir, he pasado por una redacción de una revista de videojuegos y desde hace más de cinco años me dedico a la docencia. De hecho, cuando nuestro Gobierno y la molt honorable Generalitat quieran, regresaré a los institutos y me dedicaré, primero, a educar a los alumnos y, en segundo lugar, a enseñarles inglés. Por este orden. Calculo que más de la mitad de mis alumnos de ESO (de 12 a 16 años) juegan a videojuegos con consolas de última generación, esto es, PlayStation 3 y Xbox 360 (dentro de unos meses, esta información quedará obsoleta: hay dos nuevas consolas a la vista). Deduzco, a su vez, que de este alto porcentaje de estudiantes, la mayoría, y no sólo los niños, querrá hacerse con el último título de la saga GTA: la tan esperada quinta parte.

The Amazing Spider-Man: larga vida al trepamuros

Los que habían colocado la segunda parte del SpiderMan de Sam Reimi como primera pieza del canon del subgénero de los superhéroes tendrán que mover baza. La mala noticia es que los críticos de cine (los oficiales) actúan como los hombres del tiempo, nunca rectifican. La película dirigida por Marc Webb ha conseguido trasladar las dos primeras entregas de Raimi a la tierra media de los proyectos notables, pero mejorables. Ahora mismo, más que hablar de The Amazing SpiderMan, me preocupa cómo realizar una crítica de una película redonda sin caer en el análisis técnico o en la rapsodia lisonjera. Lo primero me da pereza. Lo segundo, asco. La verdad es que no miento si digo que The Amazing SpiderMan es la mejor versión del trepamuros en celuloide. Incluso podemos hablar de este film con la misma seriedad con la que se aborda el Superman de Richard Donner y en la que se situarán, con el tiempo, los X-Men de Brian Singer, el Hulk de Ang Lee y, al menos, el primer Batman de Christo...